Historias de Triatleta: De Teques a Cancún

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Este domingo hice mi 6to triatlón, Cancún fue la sede. 4 triatlones han sido sprint, 1 olímpico y 1 no lo terminé.  Esta vez, logré hacer mi mejor tiempo: 1 hora 30 minutos. Saber que no salí la última en la natación fue la clave para mantener un buen ánimo durante toda la competencia y hacer un buen papel.

Te cuento cómo empezó la historia de esta triatleta? La escribí el 22 de noviembre de 2015 y con gusto te la comparto:

Julio 2015: mi primer triatlón en Tequesquitengo. A 200 mts de haber iniciado la prueba de natación, me salí. Y aunque me dejaron continuar con la bici y la carrera, me descalificaron. Noviembre 2015: participé en el cruce Tequesquitengo. Nadé 2000 mts en el mismo lago donde meses atrás me descalificaron y lo logré. Aún no terminaba el año, pero la temporada de competencias termino para mí con ese evento, y haciendo un recuento, fue un año de éxitos, aprendizajes, y muchas satisfacciones.

Decidí que 2015 sería el año para hacer un triatlón, y la meta estuvo planteada desde el inicio: Cozumel, octubre 2015, triatlón olímpico. Nunca me había puesto un reto con tanto tiempo para prepararme. Y yo suponía que, si ya corría, nadar y andar en bici requeriría esfuerzo, pero lo lograría. Hoy sé que hacer un triatlón es más que correr bien, nadar bien, y pedalear bien. Este reto ha implicado un esfuerzo más allá del simple trabajo físico: la compra del equipo adecuado: bicis (2 veces porque se metieron a nuestro depa y nos robaron las bicis), casco, zapatos, trisut, gogles, shorts, lentes. También he tenido que aprender un lenguaje distinto para entender a lo que se refiere mi coach cuando me dice que 10 minutos a 34/17, o 400 PAL/PUL, sin mencionar el argot: cambios, relaciones, cadencia, grupos, wetsuit, cadencia, pulsos, pose, corrección, transición, mas cadencia. Como buena corredora, estaba acostumbrada a entrenamientos para correr alternando con fuerza para piernas. ¿Trabajo de brazos y de espalda? ¿Qué es eso? Pensar en nadar mil metros, era algo muuuuuy lejano. Pedalear 30kms era seguro una tarea imposible. Y poco a poco, con entrenamiento, guía, dedicación y esfuerzo, fui alcanzando metas pequeñas. La primera vez que nadé mil metros en la alberca, creo que se lo conté a todos en mi oficina (obvio nadie entiende ese tipo de locuras y soy la rara por levantarse temprano a entrenar). La primera vez que pedaleamos una distancia larga, fue en Puente de Ixtla, 35kms para mí, 70 para el resto del equipo, y aun así fui la última. Ese mismo día antes de pedalear, corrimos 10ks, y los hice en 49 min., mi mejor tiempo hasta ahora. Aprendí que entrenar en equipo te obliga a esforzarte más, a hacerlo mejor. No quieres ser la última en todo ¿o sí? Descubrimos lugares donde entrenar en bici, cómo te apoya la escolta (gracias a Pepe, Giorch y Paco por ser escoltas) lo que sienten las piernas si te bajas a correr después de pedalear 50ks…

La descalificación en Tequesquitengo fue una gran frustración porque nunca me había rendido en una competencia. Nunca. No se no poder. Después de haber entrenado tanto, llegó la hora de la verdad. Yo insistía en meterme a la distancia sprint, y mi coach sabio, me dijo que no, que hiciera la supersprint, que es una distancia más pequeña (400 nadando, 10 en bici y 2.5 corriendo). Claro, ¿cómo pretendes correr una carrera de 10 si no has corrido 5ks? Y tuvo toda la razón. Nade 100mts, y llegué a la primera boya. Di vuelta a la izquierda y al ver la segunda boya tan lejana, mi cabeza dijo: no puedo. Y no pude. Me asusté y pedí que me sacaran. Al salir del agua vi a mi mamá, que ya había visto cuando me sacaron, la abracé y me dijo: “a lo que sigue”. Me puse los tenis y subí la transición para tomar la bici. Lloré todo el camino de la bici, ¡¡¡qué frustración!!! ¿Cómo que no terminé? Al correr hice mi mejor esfuerzo. Cruce la meta, me dieron mi medalla, y es la primera medalla que sé que no me merezco. La guardo como un recordatorio del trabajo mental que implica cada competencia, para no volver a sentir frustración por abandonar y no perderle el respeto a los retos. Y entonces me asusté aún más: ¿podría con Cozumel?

Teques tri

Triatlón Tequesquitengo

Al siguiente fin de semana Luisito me trajo a Teques otra vez. Contrató a Miguel, nuestro cómplice de entrenamientos poseedor de una lancha que nos acompañó y me hizo nadar en aguas abiertas. Recuerdo perfecto que ese día me dijo: “ahí están tus 400 metros” una vez que nadé la distancia. Y entonces aprendí también la importancia de que los tuyos se involucren en tus proyectos y en tus retos. Venimos a Tequesquitengo a nadar con tanta frecuencia como nos fue posible, hasta que nadé 2mil metros incluso antes de ir a Bacalar. Yo no hubiera logrado Cozumel sin mi entrenador favorito y compañero de aventuras y su tenacidad para ayudarme a lograr mi principal objetivo del año. Luis ha hecho muuuuuchas cosas lindas por mí, pero ayudarme a lograr mi reto personal ha sido sin duda una de las más hermosas y una de las que más significado tienen para mí. ¡Gracias Pollito!

Agosto trajo consigo el maratón de la ciudad de México, que, si bien no era mi reto más grande, siempre es un reto. Hice mi mejor tiempo: 3:57. Y este año hice lo que no había hecho años anteriores e interactué con la porra todo el tiempo. Ya no esperaba ver solo a mi porra, sino que tuve un intercambio de energía constante con todos los espectadores, y se los agradezco muchísimo, no saben lo que significa para un corredor tener con quién chocar la mano o tener un plátano al alcance. Maravilloso ver en el camino a Diana, Cris, Luis, Lucía, mi mamá, Vicente, Adri, el Doc.

El triatlón de Bacalar en el mes de septiembre significó aprender a viajar con bicis. ¿Cómo se desarma una bicicleta? Ok, en el entrenamiento cotidiano aprendes a ponerle y quitarle la llanta de enfrente para llevarla en el carro, pero, ¿la trasera? ¿Los pedales? ¿El asiento? ¿Aflojar el manubrio? Rentar cajas para transportarlas, acomodar la bici dentro, encontrar el transporte adecuado donde quepan semejante tamaño de cajas para irte al aeropuerto, documentar, adivinar si el carro que rentaste tiene espacio para las dos cajas, y lo más divertido: ¡volver a armar la bici!!! ¡Fue una gran aventura sin duda, y el triatlón aún no empezaba!! Amé Bacalar. La laguna es imponente, con tonos azul que se oscurecen a medida que aumenta la profundidad. Conocí la importancia de los recorridos de reconocimiento que forman parte del entrenamiento mental para saber a lo que te enfrentas. El reto para nadar era grande: 750 metros. ¡Y lo hice!! Creo que llegué de las últimas a la transición para tomar la bicicleta, y mi desempeño en la bici aún no es el deseado, pero soy una buena corredora, y entonces rebasé a muchos competidores en la carrera, ¡tantos, que llegué en 2° lugar de mi categoría! Claro, éramos 200 atletas solamente, pero la gloria no me la quita nadie! Inmensamente agradecida con la señora Laguna de los Siete Colores por haberme permitido nadar sin contratiempos y acercarme más a Cozumel.

1 de octubre salió nuestro vuelo a Cozumel. Esta vez decidimos mandar las bicis con una de estas compañías que las transportan (cuyo chofer nos ayudó a armar la bici en Bacalar, por cierto). Competía Rodrigo también, por lo que la tropa que viajó a Cozumel fue harto abundante: Luisa, las bebas, Rodrigo, Ruth, mi mamá, mi hermana, Eduardo. Indescriptible lo que se siente tener a tu porra en los eventos importantes. Son el “gu” (energético) que más te carga la pila. Hicimos recorrido de reconocimiento el sábado y nadamos en la zona del triatlón. Nadar en Cozumel es como hacer snorkeling porque todo el tiempo se ve el fondo. Recogimos paquetes, descansamos. Llovió mucho el sábado por la tarde, y el domingo el mar amaneció picado, con oleaje fuerte y modificaron la ruta de la natación. El arranque del triatlón estuvo para mi algo tenso entre horarios, logística y la puntualidad de Luisito. Finalmente, dieron la salida del bloque femenil y empezó la aventura. Nadé. Hablé con el mar. Nadé. Primera boya. Recordaba la técnica de los entrenamientos. Nadé. Segunda boya. Entretuve mi cabeza con pensamientos positivos. Nadé. El recorrido hasta la tercera boya era el más largo, así que pude pensar mucho. ¿Qué pensaba? No sé. Nadé. Un buzo fotógrafo me asustó terriblemente cuando me tomó una foto. Pero seguí nadando. Llegue a la tercera boya, y entonces supe que lo lograría, aunque la entrada a la marina me costó trabajo. Al salir del agua, estaba mi porra, pendiente de que no hubiese abandonado en el agua esta vez, y por su puesto ¡me hicieron llorar de la emoción!! Tomé la bici, y empecé a pedalear acompañada de ese paisaje maravilloso. Rodrigo me rebasó en el km 10 y yo intentaba mantener el paso con memoria muscular porque olvidé mi Garmin, canté “Viento” de Caifanes 43 veces para mantenerme enfocada; rebasé solo a 2 personas, y me rebasaron como 10. Nota mental: mejorar cadencia. Dejé la bici y empecé a correr. Después de 40kms en bici las piernas se sienten como si fueras en el km 35 de un maratón. Pesan, duelen, te cuesta abrir la zancada. Pero soy corredora, y era mi momento. Empecé a rebasar. Vi a Luis, a Verón, a Luisa y a Ruth echando porras y tomando fotos. Finalmente, después de dos vueltas en el mismo circuito pasé el km 9, una última curva y ¡vi la meta!! Apreté el paso lo que las piernas me permitieron, vi a mi mamá en la porra, Ruth y Luisa pegadas a la meta, y crucé.

 ¡¡Lo logré!!! ¡¡Terminé mi triatlón!! ¡¡Cumplí mi objetivo!! Qué sentimiento de satisfacción y felicidad tan grande llena tu cuerpo y tu alma cuando sabes que lo hiciste y que diste todo. ¡¡No cabes de emoción!!! Estoy segura que, si en ese momento se oscureciera, todos los triatletas resplandeceríamos como luciérnagas.

Después hubo momentos de tensión porque Luis no había llegado. Una vez que abracé a Ruth y a Luisa en la meta supe que Luis se había caído de la bicicleta y bueno, fue la espera más larga, con el corazón a punto de salirse a cada minuto. Cuando llegó y vi el tamaño de sus raspones, confirmé que es un guerrero. Yo en su lugar, no hubiera terminado con semejantes golpes. Pero gracias a Dios nada pasó a mayores, unos raspones y una bici que llevar al taller y nos fuimos a desayunar como pelones de hospicio y a tirarnos en la playa el resto del día con los nuestros. Qué bendición más grande tener tantos brazos para abrazarnos y hacernos sentir queridos y a salvo. Todo había pasado. Oficialmente, ¡somos triatletas!

Y bueno, para mí era simbólico nadar este cruce de Teques, porque representa vencer mis miedos. Regresar fortalecida a enfrentar ese temor que me derrotó meses atrás, y darme cuenta de mi crecimiento y de mi fuerza de voluntad que pocas veces se quiebra. Y cierro este ciclo de competencias 2015 satisfecha, contenta, sin lesiones, y agradecida con la vida.

Esta historia que ahora es la suma de los párrafos que van saliendo, no sería posible sin la participación activa de tanta gente a mi alrededor que son sin duda mi red de apoyo más grande: America, que se encarga de mis pies, herramienta principal para este menester. Anita y Nadia masajistas que me renuevan cada que mi cuerpo pide esquina, Leny y Belén por enseñarme a cuidar mi alimentación con health coaching, Miguel, por ser cómplice y acompañarme desde su lancha a perder mi miedo al agua, Fernando por recordarme la técnica básica de natación y estar pendiente de mí, Arturo por tu guía y apoyo. Has retado mi capacidad física como nadie, y te lo agradezco porque hoy conozco nuevos límites gracias a esos entrenamientos, no lo hubiera logrado sin ti Artur. Esteban, mi director de proyecto por entender mis ausencias. A mi mami por siempre estar, por ser la mejor porra, por creer en mí y por darme este chip de la voluntad que me acompaña. A mi Wera, por enseñarme de bicis, por cuidar a mis perros los días de entreno, y por la snorkeleada post triatlón persiguiendo peces perico, me llenas el alma. A mi Peka y mis sobrinos, por compartir momentos increíbles. A mis amig@s y mi familia por entender las ausencias, y adaptarse a los horarios para poder estar en contacto, aunque fuese por ratitos, ¡muchas gracias! Hacen que todo sea más fácil y me sienta menos culpable por entrenar tanto. A Pepe, Jorge, Paco que se desvelaron con nosotros y nos acompañaron a los entrenamientos y nos cuidaron. No es tan fácil como uno cree tener escolta porque nadie quiere madrugar tanto. A mi compañero de aventuras y de vida gracias por entender y aceptar que me gustan los retos y acompañarme a cumplirlos. Abrazarte después de cruzar una meta es lo mejor del mundo. Gracias por involucrarte, y por ser triatleta conmigo. Estoy muy orgullosa de tus logros y de tu fortaleza, ¡luv u! Gracias también a los niños triquis, porque ellos son la causa a la que dediqué este triatlón, y me han hecho descubrir cosas maravillosas. Yo espero que se me pegue un poco de triqui porque son admirables. Gracias a los coaches Chío, Memo, Mele, Cuau, Flor, que también te cuento como coach. Esta aventura con ustedes apenas empieza.

Gracias a la vida y a papá Dios por permitirme lograr, hacer, compartir y crecer. ¡Gracias a este 2015 por ser un gran año!! 2016 tiene un listón muy alto!!

Nota de Julio 2016:

Y si que lo ha tenido. Es julio y yo llevo tres triatlones sprint y un maratón (Aquí puedes leer sobre el maratón de Vancouver) y eso que a penas vamos en el séptimo mes del año!

“Si crees que puedes hacerlo, tienes razón. Si crees que no puedes hacerlo, también tienes razón”                             

                                                                                                    Henry Ford.

Gracias mi Clau por hacer de esta frase mi estandarte cuando dudo de mi misma.

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Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

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