¿Qué es ganar?

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Me entusiasmaba mucho correr la carrera Uxmal-Muna. Es una carrera que se realiza en Mérida desde hace 47 años, que sale desde la pirámide del Adivino en la zona arqueológica de Uxmal, y termina en el pueblo de Muna: 16kms de cuestas. En Yucatán no hay montañas, entonces esta es de las pocas carreras que presenta un terreno ondulado desafiante.

Además, es la primera ocasión que Planeta Maratón, mi tienda especializada en running, patrocina un evento. Y decidimos patrocinar esta carrera porque la familia Marave, organizadores de la carrera, son el tipo de personas a las que ayudarías con gusto, o por lo menos eso me pasa a mi.

El caso es que decidí que correría la carrera con todo y el desafío que para mi rodilla con condromalacia tipo 2 implicaría, y obviamente lo hablé con mi coach por si había que hacer algún tipo de modificación al plan de entrenamiento. Este año ha sido un año de aprender a correr mejor, y correr sin dolor como puedes leer en este post. Entonces mis esfuerzos no han estado enfocados en distancias largas: este año no hay maratón para mi porque creo que mi rodilla necesitaba descansar de las distancias, y necesitaba enfocarme más en la técnica de carrera y en la fuerza/potencia muscular, para, una vez corriendo sin dolor, poder pensar en un maratón.

Y llevo todo el año corriendo bien. Sin querer quedé en 3er lugar en una carrera de 5kms, y 2da lugar en una carrera de 10, y digo sin querer porque en ninguna de las dos carreras buscaba un pódium. En la primera fue Jorge Lechuga quien me marcó el paso y me hizo esforzarme al máximo; y en la segunda, fue mi coach quien me llevó los 10kms haciéndome correr a ritmos que no sabía que podía correr. Las sesiones de entrenamiento en pista han sido muy satisfactorias, noto mi avance en los ritmos y también en mi resistencia. Y lo mejor de todo ese que la rodilla no ha tenido dolores, ni he tenido que ir al fisioterapeuta ni nada por el estilo.

El caso es que una vez decidido que correría Uxmal-Muna, mi entrenamiento incluyó dos sesiones a la semana de ejercicios funcionales para trabajar fuerza en piernas y en el resto del cuerpo, y después dos sesiones a la semana de musculación más enfocada a la fuerza/potencia de las piernas, más las sesiones en pista dos veces a la semana, y los fondos largos una vez a la semana.

Entrenamiento de fuerza

Seguí el entrenamiento al pie de la letra, esforzándome mucho más en los ejercicios funcionales y de musculación, haciéndolos con mucha conciencia y disciplina, y observando que el peso a cargar fuera un peso que me exigiera muscularmente hablando, pero que no me causará ningún tipo de molestia en las rodillas, ni en ninguna otra parte del cuerpo.

Con este asunto de la lesión hay cosas que ya se que no puedo hacer, por ejemplo press de pierna, porque me duele la rodilla. Tampoco puedo hacer saltos. Sin embargo esta vez la rodilla si me permitió hacer saltos al banco con los dos pies y desplantes con saltos, pero en ningún momento quise hacer un esfuerzo extra particularmente con estos ejercicios que ya se que no me sientan muy bien, así que también fui muy cuidadosa con el tipo de ejercicios que realizaba y la cantidad de repeticiones.

También incluí algunos minutos de bicicleta fija en el entrenamiento, y mucho estiramiento con yoga, porque ya se que la tensión muscular excesiva empieza a hacer que mi rodilla se sienta agotada, entonces evito llegar a ese punto donde la rodilla se siente fatigada.

Total que yo entrené muy concienzudamente para correr bien la carrera, me sentía muy satisfecha con el entrenamiento realizado.

Todo listo desde la noche antes!

El fin de semana de la carrera estuvimos unas horas en la entrega de paquetes, dejé todo listo y preparado, no olvidé los tenis como en carreras anteriores (si, he tenido carreras donde olvido los tenis, lo puedes leer aquí) y me fui a dormir temprano.

El domingo de la carrera me desperté con suficiente tiempo de anticipación, seguí mi rutina como acostumbro: bañarme, vestirme, tomar un poco de café con una barra energética, ir al baño, preparar el cinturón de hidratación con electrolitos, visera, lentes, bloqueador solar, teléfono, audífonos. Todo listo.

Luis me fue a dejar junto con los niños a la zona arqueológica, y de ahí ellos se moverían en coche hasta el kilómetro 12.5 para verme pasar, y luego ya los vería en la meta.
Volví a pasar al baño una vez en la zona arqueológica (filas enormes en los baños de las mujeres como siempre) y caminé hacia la pirámide. Tomé fotos, saludé, y no sabía dónde ponerme para la salida. Mi coach no estaba en la carrera para darme instrucciones finales, entonces tenía que ser una niña grande y responsable y hacer lo que creyera más conveniente para mi.
En esta carrera, la salida se vuelve un cuello de botella porque se ensancha la salida a un pasillo estrecho lleno de pasto y lodo (sobre todo si llueve la tarde anterior) y los corredores salen disparados, entonces me daba miedo tropezarme, resbalarme o que literalmente me pasaran encima, por eso no me puse muy adelante. Después confirmé que aún me falta colmillo para estas cosas, jejejeje!.

Con la siempre sonriente Lupita Margally

Empezó la cuenta regresiva, sonó el disparo de salida y salimos. Yo muy prudente todo el tiempo por el pasillo que no estaba tan enlodado en esta ocasión, pisando con cuidado para no resbalar, y salimos a la carretera. Se me olvidó prender el reloj cuando sonó el disparo, así que lo prendí hasta que estuve en la carretera. Mi objetivo personal estaba muy claro desde el principio: correr siempre debajo de 5:20, así que empecé a correr.

Cometí el error de no calentar nada, y ya se que a mi cuerpo le cuesta un par de kilómetros agarrar ritmo, asi que fui paciente y poco a poco fui bajando el ritmo, hasta encontrar mi paso. El día estaba nublado, pero había mucha humedad.

Agarré mi paso y empecé a rebasar a muchos corredores que venían delante de mí. Algunos conocidos, otros no. La verdad es que me gusta leer sus playeras, saber sus nombres, sus equipos o su lugar de origen, eso me entretiene. Veía mi reloj constantemente para agarrar mi paso. Había momentos en los que corría con algunos corredores a mi lado, a mi ritmo, y después ellos aceleraban, o bajaban la velocidad y yo seguía.

En las subidas es donde más se nota la desaceleración del paso, o el esfuerzo en las piernas, porque es donde más rebasaba corredores. La carrera se realiza por la carretera, y todo el carril derecho está cerrado para uso exclusivo de los corredores, pero el carril izquierdo está abierto para el tránsito vehicular, aunque la mayoría de los carros que habían era de la porra de los corredores, familias que estaban ahí estacionadas echando porras, con música, o dando agua a corredores propios y ajenos. Eso se agradece mucho cuando vas corriendo, que la gente te grite, te anime, esté al pendiente de ti, te conozcan o no.

Había puestos de hidratación cada dos o tres kilómetros, y en cada puesto yo tomaba dos bolsitas de agua, y si aún traía una en las manos, la cambiaba por una fría. Tengo que decir que es súper decepcionante ver a la mayoría de los corredores tirando su basura en la carretera. ¿En serio no pueden correr con su bolsa de agua vacía en las manos un kilómetro y entregarla en el siguiente punto de hidratación? ¿No pueden guardar su bolsa de agua en el short, o en la visera? Me sorprendió mucho la falta de conciencia de los corredores respecto a las carreras limpias, porque no nos importa, creemos que por ir corriendo podemos hacer lo que se nos de la gana y ser irrespetuosos con el medio ambiente, y me parece totalmente incorrecto. Si tu corredor no haces que las carreras sean limpias, entonces ¿quien esperas que lo haga? TODOS los corredores que iban frente a mi aventaban su bolsa de agua hacia la zona de vegetación al lado de la carretera, como si al caer en las plantas dejara de contaminar. Otros la dejaban caer vilmente al piso. Solamente vi a dos corredores, hombres ambos, guardarse las bolsas en su bolsa del short. La verdad es que si a muchos les grité que no tiraran su basura, porque me parece una total falta de educación tirar la basura en la carretera sabiendo los problemas de contaminación que tenemos en el planeta.

Tarea pendiente para los corredores: no tirar las bolsas ni del agua ni de los geles en la ruta.

Hubo una subida donde al revisar mi reloj vi que venía mucho más lento de lo que tenía planeado, y volví a apretar el paso. Me comí mis sport beans en el km5, y me hidraté todo el tiempo, porque he aprendido que eso es lo que hace que el cuerpo pueda llegar en mejor forma hacia el final de la competencia. Kilómetro 10 volví a comer sport beans. No me comí mi waffle, ni tampoco geles, con los frijolitos era suficiente. Lo que si tomé fueron mis electrolitos del cinturón de hidratación, porque ya he aprendido que hidratarme solo con agua no es suficiente.

 

En algún momento me sentí un poco sofocada de calor, y pensé quitarme la camiseta. Pero lo pensé a mejor y no me quité nada porque quitarme la camiseta implicaba: quitarme la visera, los lentes, el cinturón de hidratación, tomar todo eso con las manos intentando no parar de correr, con el riesgo de que algo se me cayera, luego una vez me quitara la playera me tenía que volver a poner el cinturón de hidratación con el riesgo de no ponérmelo bien y que se me desabrochara o se me cayeran las botellas, que ya me ha pasado. Entonces decidí no moverle nada, y seguir corriendo tal y como estaba. Aprendizaje para mi: salir como voy a correr toda la carrera.

Me puse los audífonos como desde el kilómetro 5 o 6, así que venía pendiente de la ruta, de mi ritmo, de mi música. Saludando corredores cuando me encontraba a alguien conocido, o a alguien que me gritara “planeta maratón”  ¡que bonito se siente!
Esta vez no corrí al mismo ritmo de alguien, al menos no en todos estos kilómetros iniciales.

En el kilómetro 12.5 cierran el paso a los vehículos, y a partir de ahí el camino es solo para los corredores porque empieza la subida más dura, que además tiene unas cuantas curvas, así que ahí se reúne mucha gente a echar porras, y ahí estaban mis muchachos!! IIhan, Yoshi y Luis las chocaron conmigo, me encanta verlos en la ruta!! Luis me dijo: traes a 10 mujeres delante de ti.

La verdad es que hasta ese momento yo no pensaba en la posibilidad de subirme a pódium porque me di cuenta que salí muy tarde, debí haberme acomodado mejor y salir antes. Todo el tiempo iba rebasando corredores y las subidas y bajadas te permiten ver que aun traes a muchos corredores delante de ti. Pero cuando Luis me dijo que traía “solo” a 10 corredoras delante, si pensé en que podía quedar en pódium, si hacía con conciencia y el esfuerzo adecuado esta subida y bajada.

Así que empecé a subir. A los pocos metros rebase a una corredora que había bajado muchísimo la velocidad, supongo por la subida. La segunda corredora que rebase venía caminando. Y yo pensaba: faltarán 8? Porque claro, tampoco tenía la certeza de que así fuera. Seguí corriendo, los muslos ardían, y además, salió el sol, que venía dando duro por el lado derecho. Curva, subida y yo seguía rebasando corredores que aminoraron el paso.

Cuando llegas al punto más alto de la subida, hay un mirador, y un grupo de personas gritando y aplaudiendo se encargan de hacerte saber que la subida terminó. Ahora solo falta bajar. El problema de las bajadas es que te aceleras y te vas, y la rodilla hace demasiado esfuerzo. Yo quería bajar rápido, pero sin lastimar mi rodilla, sin irme desbocada.

Este verano en el viaje a Lausanne, aprendí a correr mejor en bajadas: descubrí que esforzándote por caer con el metatarso aun en bajada, el cuadricep trabaja más, pero la rodilla se protege un montón del impacto, porque cuando bajas, por la inclinación del terreno es mucho más fácil que lo primero en tocar el piso sea el talón. Así que empecé a bajar con mucha conciencia y mucho esfuerzo de mis cuádriceps.

En algún momento de la bajada vi a Alejandro Pavía corriendo a mi lado. Yo pensé que lo acababa de alcanzar, porque nunca me percaté que venía detrás de mi (eso lo supe muchos días después). Y empezamos a charlar: que si había ido Ileana a la carrera, que si haría el Ironman completo este año. Hasta que me dijo: “dale, traes a dos delante de ti” y empezó a apretar el paso. Yo apreté el paso detrás de él, y con mucho esfuerzo logramos rebasar a la primera.

 

Seguimos con ese paso fuerte, pero me dio un intento de calambre en la pantorrilla derecha, y por su puesto pensé en mi coach y en el entrenamiento que habíamos hecho algunas semanas atrás con los corredores que iban a Chicago. En ese entrenamiento el coach había explicado cómo enfocar el esfuerzo en otros grupos musculares cuando ciertos músculos se empiezan a fatigar: por ejemplo, como debes cambiar la pisada cuando los glúteos ya están muy agotados, o como cambiar la zancada cuando son los cuádriceps los que ya están tronados, y obviamente, cómo ajustar tu pisada cuando son las pantorrillas las que están rotas. Así que con ese conocimiento en mi cabeza hice los ajustes necesarios a mi pisada y el intento de calambre no volvió a aparecer en los kilómetros que faltaban. Creo que a Alex solo le dije: “espera, calambre”, y en cuanto ajusté la pisada y dejé de sentir el estrés en la pantorrilla, volvimos a apretar el paso.


Rebasamos a la segunda corredora por la derecha, aun en terreno de bajada. Alex le gritó varias veces “derecha, derecha” y creo que la destanteamos un poco, porque debimos rebasar por izquierda. Entramos a Muna. Alejandro me dice: “si tienes que acelerar, acelera” había otra corredora delante. Yo contesto: “No, tu jálame”. Y Alejandro aprieta el paso una vez más. No sé si rebasamos a una tercera corredora o no. Solo escucho a Alejandro diciendo: “vienes a 3:50, dale!” Yo pienso: “no me digas el ritmo que voy a entrar en pánico” Porque claro, lo primero que pienso es: yo no corro a ese paso.

 

Veo a Luis y a los niños muy cerca de la meta esperando chocarlas conmigo, pero yo pienso: “si las chocamos y yo no calculo bien, los voy a tirar o me voy a caer”, y decido no chocarlas. Sigo corriendo a todo lo que pueden mis piernas. Alex se hace hacia el lado derecho, y cruzo la meta. Abrazo a Alex al cruzar: “Muchas gracias” es lo que digo, y lo que pienso. Si él no me arrastra literalmente los últimos kilómetros, yo no aprieto el paso de esa manera. Y estos últimos kilómetros de cierre y el esfuerzo me hacen sentir muy feliz y satisfecha, porque no me quedé con nada que dar, hice TODO el esfuerzo que podía hacer, y me hizo sentir muy orgullosa de mi saber que después de 13kms puedo hacer un muy buen cierre con todo y cuestas.

Voy a la carpa de powerade a tomar electrolitos, porque yo ya no traigo en mi cinturón de hidratación y NECESITO uno. Veo a una chica que generalmente gana en las carreras en la camilla de la ambulancia, bastante indispuesta, aunque claro que ya está recibiendo atención de los paramédicos y de otros corredores. Me quedo con ella un rato. Hablamos, electrolitos, hielo, hablamos. El gesto más significativo para mi es su confianza al contarme lo que emocionalmente le atormenta, mientras sujeta mi mano. Me quedo un rato mas porque me preocupa que aun no se recupere, me preocupa que esté sola, me preocupa su malestar físico y me preocupa su malestar emocional. Me vienen dos mil reflexiones a la cabeza, cuatro mil aprendizajes me dan de lleno en la cara, y me siento orgullosa de mi, y afortunada por aprender a cuidar de mi misma y aprender a escuchar mi cuerpo.

Y por eso surge este post. ¿Qué es ganar? ¿Es acabarte el cuerpo para subirte a un pódium? ¿Contra quién compites en realidad? ¿Qué te hace correr?

Luis me llama por teléfono, ya tengo mucho rato en la carpa de powerade y no he visto a los míos. Me dirijo a la salida. Veo pegados los tiempos de los ganadores en unas hojas con plumón rojo. Cinco primeros lugares generales: no estoy yo. Busco mi categoría: no estoy yo. La chica que está ahí como cuarto lugar de mi categoría hace 1:24, yo tengo en el reloj 1:19. Le digo al chico que está poniendo los tiempos, me explica lo del disparo de salida. Yo pienso: “No pusiste tu reloj desde el disparo de salida, y la carrera no está cronometrada. No hay nada que discutir. Esta vez no hubo pódium”.

Veo a los míos, los niños están un poco desesperados ya. Luis y yo aprendemos que necesitamos un mejor plan de acción cuando tenemos carrera para entretener a los niños y no se desesperen tanto. Saludo, fotos, abrazos, y nos vamos a desayunar al hotel.

Estoy pletórica de felicidad. No gané un pódium, pero corrí como nunca. Logré mi objetivo personal de mantener mi ritmo debajo de 5:20 la mayor parte del tiempo (promedié 5:13), no me dolió la rodilla, no me paré, cerré durísimo y di todo lo que tenía que dar en la carrera. Corrí como quería correr. Y eso me hace estar realmente feliz y sentirme ganadora, vencedora de mis propios límites.

Desayunamos delicioso. Y yo tenía una excursión pendiente con los niños a Uxmal porque hay un “camino secreto” del hotel a las ruinas. Entonces, mis dos exploradores y yo caminamos 2.5kms hasta las ruinas. Llegamos y no podíamos entrar porque no teníamos identificaciones. Claro, yo solo llevaba colgada mi medalla y mi número de corredor, no traía nada mas. ¿Eso no es identificación suficiente? Jajajajaja!

Con mis muchachos de excursion en Uxmal

Luis nos rescata y nos lleva identificaciones y podemos terminar nuestra excursión en las ruinas. Yo me siento muy bien. Puedo subir y bajar por todo el lugar sin sentir demasiado dolor, solo un poco de tensión en los cuádriceps por el esfuerzo. Pero sigo feliz, con las endorfinas a tope. Regresamos al hotel, nos bañamos y arreglamos para volver a casa.

En el camino, veo la pagina de Facebook de Planeta Maratón y Alex Flamenco me pregunta: No fuiste por tu premio? Te nombraron dos veces. Yo con los ojos abiertos como plato le escribo a Alex por whatsapp y me dice que si gané. Le escribo a Aremy Maravé para preguntarle si gané, y me manda una foto de la lista de las ganadoras de mi categoría: Addy Zepeda (ignoren la ortografía) 5to lugar.

La lista de los ganadores!!

Sobra decir que mi alegría se multiplicó por ocho. 

Y claro que me hubiera gustado subirme al pódium, ese shampoo de cariño al ego a todos nos gusta. Pero mi emoción personal de ese momento no cambiaba con subirme a un pódium o no. Yo sabía lo que había hecho, yo sabía lo que había logrado, lo que para mi significa correr una carrera con pendientes aun con una rodilla cucha, por la que he trabajado durísimo y me he esforzado cada vez más.

Aprender a vivir con una lesión es una cosa difícil. Es aprender a conocer este cuerpo nuevo que tienes. Entender que tienes limites mucho más cercanos a lo que tu pensabas. Es descubrir que si quieres lograr más tienes que ser paciente y trabajar tres veces más que aquellos que no tienen lesión. Y me siento feliz por estar en el camino correcto. Me siento feliz de tener una lesión en la rodilla y aun así poder correr. Y aun así ganar pódiums. Me siento agradecida de aprender tanto en este camino de la lesión entendiendo lo que mi cuerpo necesita, anteponiendo mis necesidades físicas antes de cualquier cosa. Porque con esta lesión he aprendido a cuidar más de mi.

Y eso para mí es ganar: es poder hacer lo que disfrutas con la libertad que quieres. Con la conciencia de tus limitaciones, pero no por eso dejando de esforzarte. Es darle un enfoque a ese esfuerzo, entender hacia donde tienes que ir, saber qué es lo que tienes que trabajar, descubrir cuáles son TUS propias posibilidades. Para mi ganar es respetar tu cuerpo, tu mente y tu corazón, como siempre les digo en clase de yoga. Ganar es un acto de amor propio, porque tienes que ganar para ti, tienes que desafiarte a ti, tienes que demostrarte algo a ti. No a los demás. Prefiero no subirme a un pódium que subirme a un pódium con el cuerpo mal trecho y la energía destrozada. Subirte a un pódium es para la foto, para el ego. Ganar es para ti. Lo que dice el locutor de los triatlones cada que alguien cruza la meta: “Juanito, tu ya eres un ganador” es totalmente cierto: eres un ganador cuando logras lo que te propones. Y tus objetivos no son iguales a los míos. Lo que tu quieres lograr no es lo mismo que yo quiero lograr, pero ambos objetivos son válidos e importantes y ambos seremos ganadores cuando alcancemos nuestros objetivos. Y tenemos que reconocernos como tal, tenemos que reconocernos como ganadores, como vencedores de nuestros propios límites, como capaces de lograr nuestros objetivos.

Eso para mi es ganar. Ganar de forma genuina, desde dentro. Sintiéndote satisfech@ del esfuerzo que realizas durante tu preparación, tu entrenamiento, sabiendo que estás mejorando dentro de lo que tú mismo consideras una mejora, dentro de tu propia expectativa. Porque al final, quien tiene que estar orgulloso de ti y de lo que logras, eres tu. Si tú te sientes orgulloso de ti mismo, ya ganaste.
Y creo que aplica para todo en la vida. No solo para correr.
=)

Gracias por leerme.
Un abrazo.
Addy.


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Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

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