Correr sin dolor

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2018. Es el primer año, desde que me volví maratonista en 2013, que no corro un maratón. Y mi razón para no correr un maratón este año se debe a que el año pasado que corrí Chicago, terminé más destrozada que en cualquier otro evento en el que hubiera participado antes.

Corrí Chicago saliendo de una lesión que me hizo estar fuera muchos muchos meses. Chicago fue una victoria personal llena de muchas emociones porque no sabía si podría volver a correr un maratón. En el entrenamiento a Chicago reviví muchas “primera vez”: la primera vez que volvía a correr 100mts. La primera vez que volvía a correr 10ks, la primera vez que volvía a correr 21ks…. El entrenamiento lo sufrí mucho porque el dolor de rodilla se hacia presente una vez que terminaba los fondos, y me dejaba fuera una semana o dos, y entonces tenía que ir a terapia nuevamente para acelerar el proceso de desinflamación y que las cosas no se agravaran aun más. Todavía 15 días antes del maratón estaba sin correr porque me dolía la rodilla, y honestamente no sabía si estaría lista para correr. Conforme se acercaba el día hice un plan de “chochos” porque me aterraba la idea de que me doliera la rodilla en algún kilómetro, y tomé tanto ketrolaco el día de la competencia, que al final terminé con el estómago destrozado. Disfrutado, pero muy sufrido. Aquí puedes leer toda la historia.

Entrando a la meta en Chicago

Eso me hizo saber que si quería seguir corriendo, era necesario hacerme cargo de mi lesión de rodilla de una forma mucho más consciente y sensata, y eso implicaba dejar de correr, al menos dejar de correr tanto como lo requiere un entrenamiento de maratón.

Y entonces el objetivo de este año ha sido correr sin dolor. Descubrir en qué punto está mi lesión, y cómo le hago para que la lesión, si bien no va a desaparecer, si vaya a menos, y pueda aprender a vivir con ella, manteniéndome lejos del dolor el mayor tiempo posible. Tengo condromalacia, rodilla del corredor, desgaste de la articulación. Y si corro mucho, o con mala técnica, tiende a inflamarse y darme bursitis, o tendinitis, y entonces empiezan las complicaciones.

Fui a muchos especialistas: desde el ortopedista hasta el médico del deporte, con la intención de conocer desde diferentes perspectivas mi lesión, mi condición y saber cómo “atacarla” más allá de tomarme una pastilla. Y entonces aprendí que uso más el lado izquierdo que el derecho de mi cuerpo. También aprendí que me hace falta fuerza de core que me haga tener mayor estabilidad a la hora de correr. Tengo poco balance/equilibrio nuevamente porque la fuerza en mi cuerpo está desbalanceada. Me hace falta fuerza muscular en los cuádriceps. Y todo el año he trabajado duro y constante para minimizar estos detalles en mi fisiología y entonces reducir las posibilidades de que se complique la lesión.

Los primeros meses del año estuve haciendo ejercicios de balance, equilibrio, estabilidad, fuerza en el core, y los empecé a combinar con el entrenamiento de running. No podía hacer sentadillas con peso. Tampoco saltos. Press inclinado de pierna descartado de mis ejercicios. Flexiones muy intensas en yoga, impensables. ¿Cómo descubrí que no podía hacer nada de eso? Porque lo hacía y me dolía la rodilla. Todo ha sido un aprendizaje basado en prueba y error. Lo hago, y si me duele, ya no lo repito. Si no me duele, lo vuelvo a hacer.

Correr sin dolor
Ejercicios de estabilidad en TRX

Y así han pasado los meses. La rodilla me duele cada vez menos. Parece que tengo mayor estabilidad, y que balanceo mejor la fuerza en ambos lados de mi cuerpo. Aplico un poco de hielo en la rodilla cuando corro mucho o con mucha intensidad. A veces aplico hielo aun cuando la rodilla no me duele, solo como precaución. A mediados de año volví a terapia con Frank, porque empezaba a sentir “incómoda” mi rodilla. Nuevamente estaba inflamada, no a un punto insoportable, pero si a un punto que causaba molestia. Un par de sesiones de rehabilitación con Frank y visitas semanales durante unas 3-4 semanas me dejaron como nueva. Aunque claro, no estoy exenta de regresar en cuanto sienta alguna cosa rara. La verdad es que también he aprendido cómo evitar sentir mi rodilla rara: estiro mucho, me doy masajes con el foam roller, o un poco de automasaje en los muslos (justo arriba de las rodillas) y en las pantorrillas, porque también he descubierto cómo se tensa toda la cadena muscular, y como liberarla me ayuda a tener el dolor a raya.

En fin, que el entrenamiento de este año ha incluido mucha conciencia del estado constante de mi rodilla para evitar que aparezca el dolor y yo pueda seguir corriendo.

La primera mitad del año, el kilometraje no excedía de 10kms o 60 minutos. Las sesiones de velocidad en pista empezaron a hacerse más intensas, más rápidas y poco a poco más largas. Ha resultado evidente que me siento cómoda corriendo, que no tengo dolor, y me ha gustado mucho trabajar velocidad con esta conciencia de tener la técnica adecuada, el pie debajo de la cadera, cayendo con los metatarsos, “empujando” fuerte el piso. Y Jonathan, mi coach, es el responsable de esta mejora porque todos los miércoles está ahí, pendiente de mi, corrigiéndome, poniéndome retos más grandes y haciéndome avanzar.

Carrera Uxmal-Muna

La primera distancia grande fueron los 16kms de Ticul-Santa Elena, con todo y cuestas incluídas. Para esta carrera no entrené en cuestas, porque se trataba de evitar el estrés innecesario en la rodilla, y me fue muy bien, si bien la rodilla me dolió los primeros kilómetros, logré controlar la técnica y me sentí muy a gusto con todo y que ¡olvidé los tenis! Checa la historia aquí. Después corrí Uxmal-Muná, también con la respectiva cuesta, y también la disfruté muchísimo. Ambas son carreras de mucha tradición aquí en Mérida, y no había tenido oportunidad de correrlas, así que me encantó poder hacerlo.

Miercoles de pista

En septiembre, ya con un estado físico bastante más estable, y una rodilla con muchos meses sin dolor, fijamos un objetivo: medio maratón de Mérida, el 6 de enero de 2019. Y entonces los entrenamientos empezaron a incluir más kilómetros los fines de semana. Series de velocidad más largas, incluso corrí los 21ks de Cancún como parte del entrenamiento rumbo a Mérida. Pero a mi rodilla aun no le va bien con tanto kilometraje y si bien no me duele, si la siento incómoda, así que volvimos a bajar el kilometraje e incrementamos la intensidad: pocos kilómetros a mayor velocidad serían la estrategia, y la he seguido a rajatabla.

Y en esas estoy, a una semana de correr mi primer medio maratón 14 meses después de haber corrido el maratón de Chicago. Contenta porque no me duele la rodilla, al menos no como antes.

El mayor aprendizaje en este proceso ha sido la paciencia, la no avidez. A los corredores nos gusta correr, queremos correr todas las carreras, todos los maratones, todos los fines de semana. Y me ha tocado irme con calma, no volverme loca inscribiéndome a todas las carreras que aparecen, no inscribiéndome a las loterías de todos los maratones que me gustaría correr, porque todavía no estoy lista. Estoy trabajando en estar lista, pero hoy no lo estoy.

Y si, parece tedioso, y a veces lo es. Pero la verdad es que vale la pena por correr sin dolor. Y no solo por correr sin dolor, sino por vivir sin dolor, porque claro, la rodilla no solo me duele cuando corro, me duele cuando estoy en casa viendo tv, o cuando estoy sacando a los perros. Así que he aprendido a poner un poco más de atención en las necesidades de mi cuerpo, y a cambio, puedo correr y disfrutar mis kilómetros sin temor a que la rodilla me duela de forma terrible.

Como he hablado con mi Maribel hermosa todos estos meses: esta soy yo hoy, esto es lo que hay conmigo hoy. Puedo correr varios kilómetros sin dolor, puedo hacer series de velocidad largas, pero aun tengo sensible la rodilla si le meto muchos kilómetros. Si bien ya puedo hacer sentadillas, sigo sin poder saltar. Ya puedo hacer flexiones profundas en yoga, aunque sea por periodos de tiempo cortos. Pero tengo que cuidar aquellas posturas en las que cargo mi peso con mis rodillas porque me duelen. Sigo trabajando mi balance, mi equilibrio, mi estabilidad, y aunque hay ejercicios que ya me salen mejor, hay ejercicios que me siguen costando mucho trabajo, como las sentadillas a una pierna. Tengo que estirar mucho, darme masaje en los muslos, ponerme hielo en la rodilla, sobarme la rodilla de vez en cuando. Tengo que cuidar los tenis que uso para correr, cuidar el calzado que uso todos los días, cuidar como me siento en las sillas/sillones porque si mi rodilla queda en una posición extraña me molesta.

Estoy nerviosa y emocionada por lo que sucederá el próximo fin de semana. Y aunque mi coach dice que busquemos el 1:45 en los 21ks, yo aun no estoy tan segura, porque la verdad es que aun no me creo mucho eso de que corro más rápido y sin dolor. Entonces, estoy reservada en mis predicciones, y en las metas que quiero plantearme, porque claro, tampoco quiero terminar frustrada y derrotada.  Quiero disfrutar los kilómetros que tengo por delante, y quiero, sobre todas las cosas, correr sin dolor.

Y tu, ¿tienes alguna lesión? ¿algún dolor que te esté molestando? Vete en mi espejo, y no dejes que avance hasta el punto en que se salga de control y te deje en la banca muchos meses, creo que una visita al médico a tiempo, y seguir las recomendaciones puede hacer la diferencia.

Recibe un abrazo fuerte, y por favor, ¡cuida tu cuerpo! Es el único que vas a tener 😉


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Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

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