Vi a Luis Crespin en “La carrera del Pavo”. Y me preguntó “No vas a correr Maratón de Mérida” Yo respondí “No. Mis rodillas no me dejan correr dos maratones tan cercanos”. Él dijo “Yo lo decía, porque como ya hiciste todo el entrenamiento…”
Y ¡pum! La idea se quedó en mi cabeza. Es cierto. Ya había entrenado para correr Maratón Monterrey que puedes leer en este post. Y para correr Mérida, no tenía que entrenar fondos ni nada, el entrenamiento ya estaba hecho. Solo tenía que correr el maratón. ¿Sería posible?
Hace muchos años intenté entrenar para correr el maratón de Ciudad de México después de haber corrido el Maratón de Vancouver, y me lesioné las rodillas terriblemente, tan terrible que tuve que parar 7 meses como puedes leer en este post. Y a partir de ahí entendí que los corredores que tienen la dicha de ir corriendo maratón tras maratón a lo largo del año sin lesionarse, seguramente están hechos de polvo de estrellas. Pero a mi no me fue concedido ese don, y entonces después de la lesión me volví incluso más selectiva en los maratones que planeaba correr porque había que usar muy bien mis cartuchos, porque no tengo muchos, pues la lesión en las rodillas aunque a veces no da lata, sigue ahí. Y este año aprendí que aun cuando no sea la misma vieja lesión, pueden aparecer nuevas lesiones en las ¿viejas? rodillas.
Pero la idea no se salió de mi cabeza porque no me parecía descabellado.
Sobre todo por el hecho de no tener que entrenar más. No tendría que hacer ningún otro fondo, que es lo que me agota muscular y articularmente.
Entonces, un día que me tocaba revisión con el fisioterapeuta, le pregunté a Frank: “Frank, mis rodillas aguantan otros 42kms” Frank dijo: “Si, seguro que si” (seguro él pensaba que me refería a otro maratón en un futuro lejano). Yo pregunté: “¿Ahora ya? El 8 de enero” Frank me miró seriamente, le conté la idea que rondaba en mi cabeza y me dijo: “yo creo que si, todo depende de cómo te sientas”. Yo seguía yendo a rehabilitación después del maratón de Monterrey, porque si bien no me dolían las rodillas como tal, me dolía el popitleo, la parte posterior de la rodilla derecha.
Y la verdad es que trato de ser muy consciente con mi cuerpo y cuidarlo lo más que puedo porque es el único que tengo, nunca dejo que los dolores se salgan de control, y soy muy aplicada con la rehabilitación. Pero para lo que nos incumbe de la posibilidad de maratón no estaba al 100, pero no parecía una locura. Había la probabilidad de correr Mérida porque las rodillas físicamente estaban “bien”.
Ok. Ahora a preguntarle a Guille.
Yo: “Guille, podría correr maratón de Mérida”
Guille: “¿cómo estás de las rodillas?”
Yo: “Sin dolor. El fisio me dijo que las rodillas si aguantan otro maratón, que estamos bien”
Guille: “Si en 15 días sigues bien de las rodillas, puedes correr maratón de Mérida”
Nervios.
Una mañana le comenté a Luis (mi marido) que no me había dejado de dar vueltas en la cabeza correr Maratón de Mérida por lo que me había dicho Crespin, y que ya le había preguntado a Frank y a Guille. Finalmente le pregunté: “qué piensas?” Su respuesta fue sencilla: “no me parece descabellado, porque es cierto que ya tienes todo el entrenamiento. Si te sientes bien, corre”
No había nada definido.
Había que esperar a ver cómo evolucionaban mis rodillas en las próximas semanas porque yo tenía muy claro que si las rodillas me dolían, ni siquiera intentaría correr. El cuidado de mi cuerpo antes que exponerme a una locura.
En esas dos semanas se atravesaba Navidad, Año Nuevo. Viajes, vacaciones, comida, comida y más comida.
Entrené lo que me tocaba entrenar. Mi máxima distancia fueron 15kms en caminadora porque salir a correr en Saltillo a una temperatura de -7° no era opción, y las rodillas bien.
Salí a correr a la calle ya con mejor temperatura en Aguascalientes varias veces, sin molestias en las rodillas. Entrenamiento de fuerza un par de veces y las rodillas sin dolor.
Cuando terminé de correr el Maratón de Monterrey, no podía dar un paso más del dolor en la rodilla izquierda. Llegar a la zona de recuperación fue doloroso como ya te compartí en el post. Fuimos a desayunar con Ale Cantú y al regresar al hotel, el dolor en las rodillas era insoportable. Luis me puso frío en una rodilla, calor en la otra, luego cambió el calor y el frío y yo me quedé dormida. No me volvieron a doler las rodillas.
Nada de dolor.
Ni en vacaciones, ni en el entrenamiento de 15kms, ni corriendo en la calle, ni en los entrenamientos de fuerza. Fue como si mis rodillas se hubiesen liberado de la carga de “tener que” correr un Maratón, y ahora no sintieran ningún peso encima.
En esas semanas yo sentía cierta emoción de poder correr otro maratón, porque es algo que nunca había siquiera imaginado hacer. Pero tenía muy claro que podía no terminarlo, podía abandonar en cualquier momento si las rodillas me dolían. Entonces no sabía si de verdad correría el maratón de principio a fin. O no. Todo era incierto.
Y tal vez esa incertidumbre o esa posibilidad de abandonar en cualquier momento me hacía sentir mucho más relajada que cuando iba a correr Monterrey. Tal vez porque sabía que Monterrey no podía abandonarlo (claro que podía, pero obvio no era lo que quería). Pero en esta ocasión no había ningún tipo de presión, era un poco poder experimentar qué era correr otro maratón 28 días después, aunque aún ni estaba inscrita.
Ya de regreso en Mérida después de la vacación, Guille me preguntó: “¿Cómo estás? ¿vas a correr Mérida?” Era 2 de enero.
Yo pensé en todas las razones por las cuales si correr Mérida:
Quería correr Mérida porque nunca había corrido el maratón en esta ciudad donde vivo. Este era tal vez el mejor año para correr Mérida desde una perspectiva emocional, porque casi todos los chic@s de la comunidad de Planeta Maratón iban a correr el maratón, y era su primer maratón, asi que sería una super inyección de energía poder compartir con ellos algún trayecto del maratón y cruzar con ellos la meta de su primer maratón. Esa tal vez era la razón más poderosa emocionalmente hablando.
Quería correr Mérida porque quería ver si sería capaz de correr un maratón 28 días después de Monterrey. Además, pensaba que podría incluso correr mejor que en Monterrey porque no me habían dolido las rodillas desde entonces, y eso me hacía pensar que tal vez podría correr mucho mejor. Sigo teniendo la firma intención de correr un maratón tan bien como para calificar a Boston, y cada maratón representa una oportunidad para intentarlo. Claro, hoy se que influyen muchos otros factores que el simple “no me duelen las rodillas, voy a correr mejor”.
Pero bueno, son cosas que uno va aprendiendo en el camino, y la respuesta a Guille fue: “Si, si voy a correr Mérida”
Escribí a As Deporte para pedir mi cambio de inscripción, pues estaba inscrita a 21ks. Y cuando recibí la confirmación, pensé que esto era una locura. Pero me daba emoción intentar esta locura. Sobre todo porque me sentía bien de las rodillas.
Hice todo lo pertinente desde el punto de vista preventivo:
Fui a masaje de descarga con Lupita de mi corazón el martes. Vi a Frank el jueves y me manipuló el popítleo para descargarlo y dejarlo perfecto. Las indicaciones eran ponerle tape el sábado, y estaríamos listos para correr.
El sábado participaríamos en la Expo durante la entrega de paquetes del Maratón. Pero claro, si mi intención era correr el maratón yo tenía que estar lo más quieta posible. Así que ayudé a Luis y a Lalo a montar el stand, estuve una hora por ahí, fui con Frank a que me pusieran el tape en el popítleo, y me fui a la tienda con la intención de estar más “tranquila”, cosa que no logré del todo porque también hubo mucho movimiento en la tienda gracias a Dios.
Me dio una migraña terrible. Ya no quería manejar, ni hablar, ni interactuar con nadie. Y todavía tenía que ir a recoger las cosas a la expo. No habíamos comido. Y el dolor de cabeza me estaba matando.
Recogimos todo en la expo.
Fuimos a comer. Luis me trajo a casa, me tomé dos paracetamoles y me acosté a dormir. Eran tal vez las 7pm. Pero yo morí. Me medio desperté cuando Luis regresó de sacar a los perros, pero me volví a dormir. Seguía con dolor de cabeza. “Si mañana me siento así, no voy a correr”
A penas el viernes 6 de enero, a la hora de partir la rosca, que fue a las 5am, les conté a los chic@s de la comunidad de Planeta Maratón que había decidido correr el maratón. Con la premisa de que si algo me dolía en el camino, dejaría de correr. Asi que ahora compartíamos también los nervios previos al maratón, que sin duda para mi fueron mucho menores que cuando Monterrey.
Quedamos de vernos el domingo a las 4am en la tienda. Así podríamos irnos en uno o dos carros por temas del estacionamiento en el monumento a la Bandera. Luis no correría. Se quedaría en el puesto de hidratación en el kilómetro 15 que nos habíamos comprometido. El tenía que estar en el puesto de hidratación a las 5am, y el disparo de salida era 5:30 así que esta vez no me acompañaría a la salida.
El despertador sonó 3:00a.m.
Abrí los ojos y no me dolía la cabeza ya. Estaba muy descansada. Seguro podré correr muy bien.
Me bañe, me alisté. La ropa ya estaba lista. Perpetuem para desayunar. Número de corredor en el cinturón de hidratación. Muda de ropa en la maleta. Electrolitos. Bloqueador solar. Lentes. Visera. Lista. Vámonos!!
Llegamos a la tienda y ya estaban Isa y Jona esperando. Tomé una barrita Hammer por si me daba más hambre. Esperábamos a Felipe. El resto nos vería en el lugar de salida.
Llegó Felipe y nos dirigimos a la zona del monumento a la bandera, para poder estacionar y calentar con calma. Llegamos a la zona del monumento a la bandera con buen tiempo de anticipación. Pudimos estacionarnos perfecto. Veníamos Isabel, Jonathan y yo en un carro. Felipe venía en su carro con su familia. Empezamos a calentar, sobre todo yo con mi preparación de isquiotibiales (que puedes ver en Instagram) alistamos geles, papel de baño o toallitas húmedas que mamá Isa siempre tiene listas. Felipe vio a sus amigos ciclistas que le hidratarían en la ruta y nos dirigimos hacia el monumento.
Queríamos ver al resto de la comunidad y pasar al baño.
Encontramos a todos afuera del baño, hablamos un poco sobre la estrategia de carrera de cada quien: importante recordar que cada quien trae su propio objetivo. No nos forcemos a correr a un paso que no es el nuestro. Calma. Si el compañero se me va no pasa nada. Lo más importante es terminar.
Saludamos corredores, trotamos un poco. Fotos. Mas saludos y buenos deseos. Vimos a Jose y Edgar que correrían 21ks. Foto. Y vámonos al corral de salida que ya está el himno nacional.
Pasamos poco a poco hacia adelante, con mucha emoción escuchando el himno nacional. El locutor explicó que el primer disparo era para silla de ruedas, y luego salíamos los de la distancia de maratón.
Aun estaba oscuro. Solo nos iluminaban las luces del arco de salida. Que emoción ver la cara de todos en la salida: Isa, Ivette, Pablo, Eri, Jona, Felipe. Y claro, rostros conocidos de muchos corredores con los que coincidimos siempre. Allá vamos chic@s, buena carrera. Cuenta regresiva. Nadie cuenta. Solo yo.
Disparo de salida.
Silla de ruedas. Ahora nosotros. Garmin. Listo, vámonos. A correr.
Empecé corriendo en el centro del carril. Viendo a la gente a los costados. No hubo fuegos artificiales, ni video emotivo como otros años. Pero hay que concentrarse en correr, así que vámonos.
En algún momento antes de quedarme dormida la noche anterior, estaba ingresando a mi garmin los ritmos que pensaba podría llevar en el maratón, siguiendo la estrategia que me había mandado Guille y haciendo algunos ajustes adicionales.
Cuando vi los ritmos a los que tenía que correr para hacer el tiempo clasificatorio para Boston, caí en cuenta que seguía estando lejos.No demasiado lejos, pero tampoco era muy realista lograrlo. No en este maratón todavía. Haría lo mejor que pudiese. Pero creo que cuando el ritmo que tienes que mantener te sigue asustando, te habla de que aun no estás list@ para mantenerlo en esas distancias.
Así que haría mi mejor esfuerzo, pero con mucha conciencia para no sentir dolor, y poder terminarlo dignamente.
Los primeros kilómetros Pablo venía cerca de mi.
Pero en algún momento él empezó a apretar el paso. Yo no le seguí. Necesitaba ir a mi ritmo. Corríamos hacia la Av. Perez Ponce.
En algún momento sobre Av. Correa Racho escuché la voz de Isa detrás de mí quejándose por un tope que no se veía. Claro, aún estaba oscuro y la iluminación no es la mejor, entonces me di a la tarea de ir marcando lo que me encontraba en el camino, e Isa gritaba para que los demás corredores que venían a nuestro alrededor también lo notaran y no se tropezaran. Así corrimos varios kilómetros. Prácticamente no teníamos personas en el camino que nos estuvieran animando, estábamos corriendo muy solitarios.
Entrando a la zona de Altabrisa ya estaba un poco más claro, podíamos ver mejor el camino y ocasionalmente veías personas que andaban por ahí para animar. Venían varios conocidos en bicicleta, animando a sus corredores, ¡que padre! Yo no vengo demasiado pendiente del reloj, solo quiero correr y disfrutar.
Kilómetro 8. Está la porra de All In Your Mind. Veo a don Jorge, a Miri, que nos animan, nos gritan. También está Astrid por ahí, ¡que padre ver gente conocida animando! ¡Gracias!
Esta zona de Altabrisa/El Centrito me es familiar.
Se siento como cuando sales a entrenar un día cualquiera, y esa sensación se agradece, le quita peso a la idea de estar corriendo un maratón.
Kilómetro 13. Me encontré a Maribel Morales, que estaba buscando a Ramón para correr con él unos kilómetros. Yo no recuerdo haberlo visto en el retorno en Altabrisa. Ella nos anima a un par de chicas y a mi que venimos corriendo al mismo ritmo, nos dice que nos vemos muy bien, y venimos a muy buen ritmo. Gracias Maribel bonita!! Un gusto coincidir contigo.
Cámara de Comercio. Se que cerca de la Glorieta del Pocito estará Luisito en el punto de hidratación que nos tocó atender, y en el que participaron hijos y esposos de la Comunidad de Planeta Maratón. Paso la Glorieta, veo a Delfín en la esquina ayudando a un participante en silla de ruedas. Felipe, Sofi y Lucas, hijos de Ivette y Erica respectivamente todos emocionados ofreciendo agua. Astrid, Jimena y Valeria también están en este punto. ¡¡¡Muchas gracias!!! Veo a Adrián, le aviento mi camiseta porque ya no puedo correr con ella, está empapada. Más adelante está Luis. “¿Estás bien? ¿Qué necesitas” Yo: “Un beso” ¡Gracias Jimena por el video!
Sigo avanzando y unos metros más adelante están otras personas animando, (después supe que son familiares de Juanjo Bacab) y pusieron una bocina. Justo cuando estoy pasando empiezan a sonar los acordes de Sweet Child O´Mine de Guns and Roses. Se me eriza la piel. El momento es perfecto. Mi emoción es de felicidad. Acabo de ver a mi muchacho, a mis amigos, estoy corriendo un maratón en casa, me siento fenomenal. ¡¡Gracias vida!!
Seguimos corriendo.
Llegamos a Prolongación Paseo Montejo, vuelta a la derecha. Correr sobre Montejo siempre es encantador. A la ida, hacia Harbor, pasamos por debajo del puente, pero supongo que de regreso ya pasaremos por arriba del puente. Más adelante, por la altura de Costco, veo a Luis Crespin corriendo muy bien, y no puedo evitar gritarle “Por tu culpa estoy aquí” El sonríe y se pone un dedo en la sien, haciendo señal de que estamos locos. Así es. Estamos locos. Acabamos de correr el Maratón Monterrey, nos apaleo. Y como no tuvimos suficiente, henos aquí corriendo otro maratón 28 días después. Anything is posible.
Corriendo en sentido contrario veo a Jonathan, que viene a muy buen paso. Pablo no viene muy lejos de él. Qué emoción verlos correr su primer maratón. No se si ellos ya habían considerado correr un maratón alguna vez en la vida, pero estoy convencida que la emoción que se vibra en la comunidad cuando alguno de los nuestros corre maratón y estamos todos pendientes de él/ella, es lo que termina de empujarte a decir: si, quiero correr un maratón.
Kilómetro 19.
Estamos por la glorieta de Harbor, veo a Geros con playera de Planeta Maratón. Erica ya me había comentado que Geros sería su pacer, pero no sabía cómo se habían organizado. Ahora que lo veo lo entendí: Geros la acompañará de aquí a la meta, marcándole el paso. Damos una extraña vuelta en U y empezamos a correr de regreso sobre paseo Montejo, ahora como si fuéramos dirección al centro.
En esta vuelta en U veo a Isa, Erica e Ivette, que vienen corriendo juntas, se ven muy bien, y no están demasiado lejos de mi. ¡¡Chicas, que emoción verlas y verlas tan bien!!
Sigo corriendo. Empiezo a escuchar un ritmo que me resulta familiar. Y lo confirmo cuando me alcanza. Es Maribel Martínez. “Estás corriendo maratón” me pregunta. “Si” respondo. “¡Ah! No sabía que correrías maratón. Qué bueno” y seguimos corriendo juntas. Kilómetro 22. Puente. Ella se adelanta un poquito en la bajada. Yo tengo la firme convicción de no soltarla. Al menos no todavía.
Sigo corriendo ya no con ella sino atrás de ella. Pero me enfoco en no quedarme demasiado atrás. La verdad me cuesta mucho trabajo mantener su paso. Qué barbara Maribel, eres tremenda, y una gran inspiración.
Cada vez me voy quedando más atrás de Maribel.
Kilómetro 26, damos vuelta en algún punto a la derecha, y dejamos Paseo Montejo. Callejeamos un poco. Recuerdo que ya he corrido por aquí cuando corrí el 21ks de Mérida.
Kilómetro 28. Estamos corriendo sobre Av. Cupules. Veo a Pablo delante de mi. Está bajando el ritmo, y al paso que vengo, lo voy a rebasar en breve. Lo rebaso. “¿Todo bien?” Pero él trae audífonos y no me escucha. Así que sigo corriendo.
Seguimos callejeando mucho. Hay muchos elementos de la policía cuidando el cruce de las calles para que los coches se frenen cuando estamos pasando los corredores. Muchas calles si están cerradas al tráfico, y eso te ayuda a saber por dónde tienes que correr, porque no hay señalización.
Kilómetro 32.Estoy corriendo en la calle 25, que no tengo idea cual es. Veo a Luis Angel caminando delante de mi. Y me pregunto si se sentirá mal. “Ahora que lo alcance le pregunto”. Pero entonces empieza a correr nuevamente. “Bien Luis vamos”. Cuando lo rebaso le digo “piensa que es una carrera de 10kms. Solo nos faltan 10kms. Vamos” Y es que antes de empezar a correr hablamos sobre esto: si nos vamos quedando en el camino, no pasa nada. Creo que en estas circunstancias puedes animar al corredor, pero finalmente no sabes cómo responderá, porque ya son muchos kilómetros los que traemos encima, y tampoco quieres presionar demasiado.
Sigo sin saber dónde estoy, o a dónde voy.
Los policías te indican el camino. Excepto cuando tengo que dar la vuelta a la izquierda en Av. Itzaes, que el policía solo me dio los buenos días.
Es un poco complicado el tema de la señalización de la ruta, y además, llega un momento en el que no ves al corredor o corredores que vienen delante de ti, porque no somos tantos, entonces de repente no estás seguro si estás en el camino correcto o ya te equivocaste de ruta. Entiendo ahora lo de la famosa “línea azul” que está trazada en el piso de algunos maratones. Tal vez sería de mucha ayuda en este maratón.
Kilómetro 35.
Estamos corriendo ya sobre Av. Itzaes. Veo delante de mi a Ramón con Maribel. Ramón es una máquina. Siempre llega antes que yo a la meta en cualquier carrera. Pero sabíamos que existía la posibilidad de que este maratón le pasara factura en su lesión de cadera. Curiosamente lo rebaso en el momento en el que le viene diciendo a Maribel “Addy corrió el maratón de Monterrey hace un mes” me cuentan un poco de qué va su conversación, yo sonrío, y sigo corriendo.
Damos vuelta sobre la calle 50, en la calle del Zoológico Centenario. Y ahí está el equipo rosa de Ixchel. Un gusto verlas y escuchar sus porras. Les pido una coca-cola, que amablemente me dan en una bolsita porque claro, están más que preparadas para esto. Me sabe deliciosa. ¡¡Mil gracias Team Ixchel!!
Kilómetro 38.
Mentalmente estoy ya muy agotada. Es un maratón que corres muy solitario. No hay gente. Los chicos de los Boy Scouts hacen su mejor esfuerzo al entregarte la hidratación, pero no te animan, no te dicen nada. No ha habido música en todo el camino, excepto en el km 15. Y por no probar mis audífonos antes de empezar a correr, estoy corriendo sin música. No los pude conectar al bluetooth y no traigo música, que siempre es un buen distractor. ¡¡¡¡Y me muero de ganas por una coca-cola!!!!
Veo unas hieleras de la marca Cristal. Estamos frente al parque de San Juan. Hace varios años aquí estuvimos en un punto de hidratación y además les dimos miel a los corredores, que terminó en caos porque nunca contamos con la cantidad enorme de abejas que se volverían locas con la miel. Lección aprendida: dar miel en un maratón no es la mejor idea.
Están dando esponjas con agua. Si quiero. Me acerco. Ellos me mojan. Uno de ellos trae una coca-cola en una botella de cristal, mi favorita. Y yo le digo: “por favor, dame de tu Coca-Cola”. El me mira sorprendido, yo cojo la botella y trato de no pegarla a mis labios para no dejarle su coca cola toda babeada por una desconocida. Obvio me tiro la mitad encima. Pero es sin duda la coca-cola más rica del mundo. ¡¡Muchas gracias!!! En la esquina veo a Victor que se para en seco y se dobla por un calambre en la pantorrilla. Pero no me detengo, no tengo cómo ayudarlo. ¡Lo siento Victor! Pero no había nada que yo pudiera hacer por ti.
Qué difíciles son estos últimos kilómetros en el centro de la ciudad, corriendo sobre adoquín.
Además, aunque hay mucha gente, nadie te pela. Todos están en sus actividades comerciales de domingo, y les es totalmente indiferente que tu estés corriendo un maratón. Nadie te anima. Sabes que te faltan pocos kilómetros, pero se hacen eternos. Hay zonas por donde decido irme sobre la banqueta para evitar el adoquín.
En algún momento paso el tapete de check point. Falta nada. En mi cabeza deduzco que tenemos que salir a la calle 60 en algún momento, para tomar la 47 y volver a salir a Paseo Montejo. Pero no se en qué punto será, porque claro, no soy experta conocedora de las calles del centro, y nos han dado tantas vueltas como han podido. Mi garmin acaba de marcar hace poco kilómetro 39. Veo un punto de hidratación, que está atendido solamente por una persona, un chico que tiene todo servido y organizado. Le doy las gracias porque qué difícil estar solo ahí hidratando. Veo el letrero del kilómetro 40 pero pienso que se equivocaron de lugar porque es muy pronto para ya haber recorrido otro kilómetro.
Ya estoy sobre la 60.
Solo falta dar vuelta a la derecha en la 47 para salir al remate. Doy vuelta sobre la 47, la señalización está aun mas complicada porque están unos conos como cerrando el paso, y no estoy segura por donde tengo que correr. Viene una chica con rasgos japoneses corriendo a mi lado. Asumo que es la hermana de Erica, a quien no tengo el gusto de conocer. Salgo a Paseo Montejo por fin. Vuelvo a ver a Sofi, Lucas y Felipe. Me preguntan si me mojan, “si, mójenme” Ellos felices jugando a hidratar y a mojar a los corredores. Veo a Luis.
Empiezo a llorar. Ya no quiero correr. Ya me duelen los muslos. Ya se me fue Boston otra vez. Luis viene corriendo conmigo. “vas muy bien, ya casi llegas. ¿Quieres algo?” Yo solo quiero terminar, y dejar de correr. Ya me cansé. Estoy MUY cansada. Pero no voy a parar. Sigo corriendo lo mejor que puedo.
Y empezamos a ver gente que te anima. Veo a Martín Riestra. Sonríe. Foto. Escucho a la gente gritando: “Vamos Addy, ya llegaste” Y se me eriza la piel. Es increíble correr en tu ciudad y la gente que te conoce grite tu nombre. Veo a los Velocirraptors, a los de la Tribu Bacab, a los de Artemio Navarro. A los Pinkys. Todos te echan porras. Y tu no puedes mas que seguir corriendo por puro pinshi orgullo, aunque ya no tengas piernas.
Y además Luis sigue corriendo a mi lado.
Cuando dicen que un maratón se termina corriendo con el corazón, no mienten. La energía de la gente te hace vibrar. La energía de quienes te gritan es lo que te hace llegar a la meta. Seguro muchos llegan en mejores condiciones que yo a la meta de un maratón. Pero yo estaba exhausta. No podía más. Pero ese ultimo tramo corriendo sobre Paseo Montejo antes de llegar a la meta, ese está en mi corazón. Ha sido el cierre de maratón más emotivo que he tenido. Ha sido increíble escuchar mi nombre en tantas y tantas personas animándome, de verdad, no tienen idea de lo que significa. O si, porque muchos de ustedes también han estado en mi lugar, en una competencia dando su último esfuerzo para cerrar y cruzar la meta, y yo también he estado en su lugar, gritándoles y echándoles porras.
Crucé la meta. Llanto. Mucho llanto. Pero ya saben que soy la más llorona. Hasta después que vi las fotos me di cuenta que Edgar andaba por ahí, porque yo quería un abrazo, y sin duda habría corrido a abrazarlo. Luisito se tardó un poco en llegar porque no podía cruzar la meta y cuando finalmente llegó yo ya había regresado un poco a la calma.
Me saludaron los Muñecos, que andaban por ahí.
Un gusto verlos. Vimos a Fermin, que llegó mucho antes que yo. Nos quedamos en la meta a esperar a los demás. Llegó Isa casi después de mi, sonriente como siempre. Llegó Carolina super emocionada por su sub 4. Llegó Luis Angel volando como avión. Llegó Ivette, con gesto super descompuesto. Llegó Ramón con Maribel. Llegó Erica con Geros, que no podía dejar de llorar, y estuvo llorando la siguiente media hora. Llegó Betito, con sus hijos y su esposa que también lloraba. Y nos quedamos ahí esperando porque faltaba Pablo aun.
Que bonito es recibir a la gente en la meta, y poder abrazarlos, y poder sostenerlos en ese momento de tanta emoción. Es indescriptible. Es mágico. Es contagioso. Es intenso. Muy intenso. Y esos 42.195mts valen el esfuerzo por eso, por esa sensación, por esa emoción, por esas lágrimas pero sobre todo por esos abrazos. Es el momento en el que sabes que todo está bien. Que lo lograste. Y que todo valió la pena.
Luis tenía que regresar al lugar donde estaba el toldo y la hielera. Pero yo quería seguir esperando a Pablo, y cada vez me costaba mas trabajo caminar. Decidimos empezar a caminar hacia las medallas, y regresar para encontrar a Pablo en el camino. Nos deteníamos cada metro a seguir hablando. Vimos a Jona, a Felipe que habían llegado hacia rato. Vimos a Jose, a Edgar. Fuimos por la medalla.
Y a los pocos metros vimos a Pablo.
Ya había cruzado la meta y venía con Mariana y con Erica. Bajo su ritmo porque sintió algo raro en el pecho y se asustó. Y decidió bajar el rimo. Pfff, que susto Pablish!! Pero eres un campeón porque no te detuviste y cruzaste esa meta.
Empezamos a caminar hacia donde estaba Luis con el toldo y la hielera. Y Jonathan comentó que revisáramos los resultados, porque no había visto a muchas mujeres entrar a meta antes que Isa y yo. Y dijo “¿Y si se colocaron en pódium?” Yo incrédula, le dije “obvio no Jona, es el maratón”, vimos a Lolita que hermosa como siempre nos tomó fotos, y seguimos caminando. Pero Jona insistía en que revisáramos los resultados. Yo no tenía pila en el celular. Isa no traía celular, y Jose preguntaba donde buscarlos. Llegamos al lugar donde estaba Luis. Empezamos a desmontar el toldo, nos tomamos un refresco de la hielera. Seguiamos hablando de lo que estaba pasando. Y le dije a Luis: “dice Jona que revisemos los resultados” Ya estábamos haciendo planes de ir a desayunar.
Luis estaba revisando el celular y me dijo, “¿ya te quieres ir? Yo, “pues si, vamos a desayunar”. Luis “Pues no. Quedaste en primer lugar de tu categoría” Gritos. Gritos incontrolables. Gritos de emoción. De incredulidad.
Y Luis vuelve a leer los resultados:
Categoría master femenil, primer lugar: Addy Zepeda. Segundo lugar: Isabel Balderrábano. Tercer lugar, no se quién. Cuarto lugar: Erica Yamashiro. Y entonces los gritos fueron aun mayores, porque se sumaron los gritos de Isa. Y los de Erica que también venía llegando.
He ganado algunos pódiums, especialmente el último año. Y es realmente emocionante saber que corriste una carrera tan bien como para ganar pódium. Pero, ganar un pódium en un maratón es simplemente irreal. Irreal. Inesperado. Increíble.
Además, increíble poder compartirlo de esta manera tan significativa con la comunidad porque Isa quedó segunda, Erica cuarta, y toda la comunidad seguía ahí, animándonos.
Subirse al pódium en el monumento a la Bandera fue espectacular. Gracias Chucho por ser tan cálido y empático con mi emoción al entregarme mi premio. Gracias Martín y Lola por captar momentos tan bonitos y sensibles.
Vaya cereza del pastel.
Gracias Mérida blanca por esta experiencia tan linda. Algo tenemos que hacer para que este maratón sea mucho más cálido, más cercano, menos solitario y desangelado. Si hay tanta comunidad deportista, ¿dónde está en eventos como este? Me queda claro que los corredores tenemos que participar más como voluntarios en eventos de los ciclistas y triatletas para que entonces haya esta reciprocidad y ellos salgan también a animarnos en eventos como este. Hay mucho por hacer con el maratón de la ciudad, no está padre correr solos 42kms. Así que bueno, a ponernos las pilas como comunidad de corredores para involucrarnos de forma mucho más activa en esta fiesta que es de todos, la corramos o no.
Qué gran experiencia correr Mérida.
De verdad que ha sido un gran maratón por todo lo que representó a nivel emocional. Poder correr con mi hermosa comunidad y compartir con ellos estos momentos tan emotivos, es increíble. Muchas gracias chicos por hacer este maratón tan especial.
Luisito de mi corazón, gracias por una locura más. Gracias por ayudarme a poder disfrutar este maratón desde todos los ángulos: desde ser punto de inscripción, estar en la expo, ayudar como punto de hidratación, ser corredores y ganadores. Ha sido una experiencia super intensa, pero super bonita, y no lo habría logrado sin ti. ¡Gracias!
Gracias vida por sorprenderme una vez más y recordarme que siempre podemos más y mejor, solo hay que estar con el corazón abierto y dispuesto.
Muchas gracias por leerme, y por hacer esta aventura de correr Mérida tan bonita.
Un abrazo apretado.
Addy.
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