Son las 4:45am. El disparo de salida está programado para las 6:30am, pero considerando todo lo que tengo que hacer antes de empezar, más vale despertarme temprano.
Me siento nerviosa. Pero tampoco tengo el nudo inmenso en el estómago que me dan las carreras. Seguro se debe a que hace un par de días lloré y lloré y lloré mientras hablaba con Luis. Le compartía mis miedos: mi miedo a sentir dolor en las rodillas, mi miedo a no poder terminar el maratón, mi miedo a no lograrlo, a sentirme derrotada. Pero creo que verbalizar mis miedos, mis temores y mis fantasmas, es lo que me hace sentir menos nerviosa hoy.
No es que los miedos no me sigan rondando en la cabeza. Es que Luis me hizo sentir mucho más segura de mi misma, recordándome lo mucho que he entrenado, lo fuerte que estoy físicamente, pero sobre todo lo fuerte que estoy mentalmente. Gracias guapo por creer en mi aun cuando yo misma dudo. Gracias por darme certeza y hacerme recobrar la confianza en mi cuando estoy a punto de quebrarme.
Empieza el ritual: voy al baño, me tomo mi vaso de perpetuem de chocolate, porque me da hambre al correr, y el perpetuem me hace sentir satisfecha. Pero tengo que tomármelo pronto para poder ir al baño y no tener “problemas” en la carrera. Siempre me ha preocupado mucho que me den ganas de ir al baño en la carrera, ¿les pasa?
Me baño, empiezo a vestirme.
Soy de las que prefiere dejar todo listo la noche anterior: desde los calzones hasta los lentes, así que no tengo que buscar la ropa en la maleta porque ya está todo listo. “Bien, hay que empezar a calentar”
Tengo que hacer varios ejercicios para activar los isquitibiales, por indicación de mi fisio, Frank Salazar. Básicamente puentes con variaciones. Puedes ver el video completo de mi rutina de activación de isquiotibiales en el Reel de Instagram (me encuentras como @bienmecuido) Hace dos semanas que retomé la carrera después de haber parado dos semanas por dolor en rodilla como puedes leer en este post. Y si bien no fue la misma vieja lesión, esta nueva lesión me dejó fuera de circulación dos semanas, y aun tengo algunas secuelas: la rodilla me duele ocasionalmente, tengo molestias en la parte posterior de la rodilla, y eso es nuevo. De hecho le he dado más lata a Frank por teléfono las últimas dos semanas que antes porque me aterra sentir cualquier cosa “distinta” en la rodilla, y entonces entro en modo alerta y le llamo a Frank para contarle y para que me diga que hacer.
Gracias Frank, por ser paciente conmigo, escuchara mis histerias y ayudarme a sentir mejor.
“Todavía no me voy a poner el cinturón de hidratación” y empiezo a calentar. Tengo que hacer dos series de los ejercicios de activación de isquiotibiales: puentes, elevación de una pierna, la otra… “no tengo dolor, no tengo molestias, bien”. Termino de hacer los ejercicios de isquiotibiales “tengo que apurarme, aun me falta correr y tengo que estar en Fundidora 6:00a.m.”
Voy al gimnasio del hotel a correr en la caminadora 10minutos porque tardo mucho tiempo en calentar, así que empiezo a trotar para llegar ya con las piernas totalmente activadas a la salida y poder tener un buen ritmo desde el principio.
El dia anterior, Guille me dio mi estrategia de carrera, que es muy similar a lo que estaba en mi cabeza: empezar a 5:20 e ir bajando el ritmo conforme pasen los kilómetros. El primer cambio de ritmo es en el kilómetro 14. En la expo asistimos a la conferencia que dio Rubén Romero , director del maratón de Monterrey, donde explicaba muy detalladamente la ruta, y decía que había 110mts. de elevación entre el punto de salida y el kilómetro 23, pero que después del kilómetro 23.5 empezaba una bajada. Yo me veía a mi misma yendo por esa “bajada” como gorda en tobogán.
Hora de irse a Fundidora.
“No olvides el cinturón de hidratación. Faltan las botellitas con mis electrolitos. Me llevaré sudadera? No, ya estoy sudando”.
Fundidora está lleno. Corredores por todos lados. Familiares de los corredores por todos lados. Caminamos y caminamos. Ya vemos los corrales de salida y hay que seguir caminando hasta encontrar por donde entrar al corral. A mi me toca en el corral azul. A Luis en el rojo. Ya no vi a Guille. Tampoco vi a Rous. No vi a nadie antes de empezar.
“Creo que llegamos muy tarde”. Tenemos que caminar un montón para encontrar por donde entrar a los corrales, por que las entradas nos quedaron del otro lado. Finalmente entramos a los corrales y yo me siento súper atrás. “Vamos más adelante” y empiezo a caminar entre la gente en los corrales. Pero me sigo sintiendo muy atrás.
Claro, correr con 6000 corredores no es lo mismo que correr con 800 corredores como en las carreras en Mérida. Y yo siento que voy muy atrás. Pero en realidad no lo estoy.
Escucho en el audio que los corredores que quieren calificar a Boston tienen un lugar especial, que pasen al corral amarillo. En la expo había un módulo especial para los que deseaban calificar. Y yo no me acerqué ni pregunté en qué consistía por miedosa. Para calificar a Boston yo tendría que hacer 3:40 y aunque con todo el corazón quisiera hacerlo, me muero de miedo porque no se si voy a terminar el maratón, ni si me van a doler las rodillas. Aun cuando se que entrené fuerte, y fue mi mejor ciclo de entrenamiento hasta ahora, la incertidumbre me acompaña.
Cuando escuché al locutor decir lo de los corredores rumbo a Boston, me super arrepentí de no haber ido el día anterior a preguntar, e intentarlo, porque, ¿qué es lo peor que podía pasar? ¿Que no lo lograra? Bueno, pero al menos lo habría intentado con una presión mayor. Pero creo que ya sentía bastante presión como para todavía sumarle la carga de un tiempo mucho más exigente. “En el próximo maratón”
La estrategia de carrera que me dio Guille, si la seguía al pie de la letra, terminaría en 3:40, lo cual me aceleraba el corazón tan solo de pensarlo. Me encantaría calificar a Boston. Es uno de mis grandes sueños como corredora. Y hoy voy a correr lo mejor que pueda. Será lo que tenga que ser.
Aun está oscuro. No hace frío.
Los corredores ya en los corrales alrededor de mi. Luis a mi lado. Sigo pensando que voy muy atrás y recuerdo a Luisa diciéndome: “si es bien importante en el corral donde sales, porque los corredores te van jalando”, pues ya ni modo, no puedo irme más adelante y saldremos aquí. Himno nacional. Nervios. Ahora si nudo en la panza. 10, 9, 8, 7, 6, 5…..
Todos los corredores al unísono hacen la cuenta regresiva. Beso de la buena suerte, dedos en el botón de start del Garmin listos…. 2, 1…. ¡Pum! Disparo de salida. El grupo de corredores se mueve mas bien poco. Empezamos a movernos despacio, poco a poco hacia el arco de salida…. El cronometro sigue avanzando. 2:07 y estamos por cruzar el arco, listo, ahora si, a correr!!!
El corazón en la garganta, no por el ritmo, sino por la emoción, y empezamos a correr. “Voy muy atrás, voy a intentar irme más rápido” Claro, hoy lo pienso y me pregunto, ¿a dónde quería llegar? Más adelante, ¿a dónde?, si iba a correr los mismos 42,195mts de cualquier manera. Pero así corrí los primeros kilómetros: pensando que venía muy atrás.
Damos una vuelta muy cerrada en Fundidora para salir del parque, y salimos a la lateral de Av. Constitución. Empieza a amanecer. No quiero ver el reloj, quiero correr por sensaciones sin la presión del reloj. Pero tampoco quiero subir el ritmo más allá de 5:20. En los primeros 5kms llegamos al centro de Monterrey, a la zona de la Macroplaza, con el suelo adoquinado, que no es el más cómodo para correr, pero por ser el inicio no se siente nada pesado.
“Ay, creo que me apreté muchos las agujetas”.
Empiezo a sentir que me molestan ligeramente los empeines, pero obvio no me quiero parar. Le cambié las agujetas a mis tenis por unas que no se desamarran porque me pasó en todos los entrenamientos que las agujetas se me desamarraban aun con dos y tres nudos. Pero se las cambié el día anterior, y no entrené con estas agujetas. Ya se, parezco nueva.
“No fui al baño. Espero no tener accidentes y que no me den ganas a medio camino”. Kilómetro 5: “ay creo que quiero ir al baño” Paso el punto de hidratación del kilómetro 6, ya sobre la Av. Morones Prieto: “quiero ir al baño, y voy a ir ahora que no hay gente” Asi que me paro al baño que tiene hasta papel gracias a Dios!! Pierdo dos minutos, que intento recuperar corriendo más rápido.
Me encuentro a Luis, y vuelvo a rebasar a Leuman, que ya había rebasado antes de pasar al baño.
Kilómetro 8: “oh-oh me está empezando a molestar la rodilla izquierda”. En estas dos últimas semanas la que estuvo dando lata fue la rodilla derecha, y todo esperaba menos que me doliera la rodilla izquierda. “Ok, con calma. Estas bien, no duele demasiado, sigue corriendo”.
Yo no corro con dolor. Si algo me duele, no corro. Me parece una cosa de respeto hacia mi cuerpo. Cuando tengo dolor de rodillas/tobillos/pies no corro. Tengo un post al respecto que puedes leer aquí. Entonces sentir dolor en la carrera y saber que tengo que seguir corriendo así, es muy retador mentalmente, porque no puedo pensar en otra cosa, toda mi atención se centra en el dolor, en cómo hacer para que no incremente. Voy revisando mi postura y mi técnica de carrera constantemente, cuidando que el dolor no incremente.
Cambio la pisada, pero pisar con demasiada punta me duele más, entonces mejor caer con todo el pie.
El kilómetro 10 es sobre Av. Revolución. Yo aún no lo se, pero mis ritmos están bastante bien. Los primeros 5kms los corrí a un ritmo promedio de 5:49, y los segundos 5kms a un ritmo promedio de 5:29. Al kilómetro 10 yo traigo un tiempo de 56:38.
Kilómetro 14, sobre Av. Garza Sada.
De acuerdo a la estrategia de Guille, es hora de cambiar el ritmo y acelerar un poquito más. Me siento bien. Tengo dolor en la rodilla, pero no es exagerado. “Vamos, 10kms más así y en la bajada podremos acelerar”. Veo fotógrafos: “aplica la Isabeliña: brazos levantados, sonrisa”
Veo a los corredores alrededor mío, trato de encontrar a quien seguir en ritmo, rebaso a muchos, muchos otros me rebasan. Encuentro a un chico que viene a buen ritmo, trae una botella de hidratación en la mano. “Aquí con el me voy” Subidas, bajadas, puentes… trato de ir contando cuántos pasos a desnivel llevo, pero pierdo la cuenta en el 3, Ruben Romero, el director de la carrera dijo que eran 12 pasos a desnivel.
Mucha gente en la ruta animando, corremos solos tramos muy pequeños. El maratón de Monterrey está organizado por corredores, así que todos los clubes de corredores de Monterrey se organizan para animar en la ruta, además de hidratarnos. En los pocos momentos en los que no hay porra, hay muchos corredores a tu lado, asi que en realidad nunca corres solo.
Yo vengo corriendo atrás de un señor que trae una playera de Oaxaca.
Tendrá 55 años. Trae un muy buen ritmo. A veces en las subidas se queda un poco atrás de mi, pero venimos corriendo juntos varios kilómetros. Al final del maratón lo volví a ver y me dijo que le dolió mucho la rodilla en el kilómetro 30 y bajó el ritmo. Muchas gracias por ser mi pacer tantos kilómetros.
Solo veo el garmin cuando me marca el kilómetro, a ver en cuánto lo corrí para asegurarme de no perder el ritmo. Kilómetro 20. Estamos sobre la Av. Lázaro Cárdenas, que es la zona del Valle Oriente, una zona corporativa. Los últimos 5kms (del 15 al 20) han sido básicamente de subida, que si bien no es una subida constante, si se siente en las piernas porque no puedes ir a un ritmo mucho más rápido. “Vamos, vamos, casi la mitad”. Arco para indicar el medio maratón. “Si. Vamos, vamos” Me siento bien. Molestia en la rodilla, pero no es insoportable. Cruzo el medio maratón con un tiempo de 1:55:23.
Recuerdo bien que mi fisioterapeuta en CDMX, el Dr. Fritz, siempre decía que el maratón empieza en el kilómetro 21. Y es algo que siempre tengo muy presente al correr un maratón, que en el 21 apenas vamos empezando.
La estrategia de alimentación planeada para este maratón es con gomitas Clif cada 5kms. Son muy fáciles de comer, de sabor muy rico y me entretienen. Tengo que tomar también pastillas de sal y antifatiga cada 8kms. Tengo un waffle que ya me comí no se en qué kilómetro porque me dio hambre. Y mi propia hidratación con electrolitos porque la hidratación deportiva en la ruta no me cae muy bien.
La hidratación en la ruta es muy buena.
Siempre hay agua disponible en bolsitas fáciles de llevar. Yo casi siempre tomo dos bolsitas, y las traigo en las manos para usarlas cuando necesito. También hay powerade y coca cola que te sirven en vasitos. Hay unas bolsas de basura enormes, como costales en unas rejillas de metal después de los puntos de hidratación, para que los corredores tiremos la basura ahí.
Pero claro, eso no pasa. Somos muy pocos lo que nos acercamos a las bolsas de basura enormes a tirar la basura. La gran mayoría la tira en el piso. ¿Qué onda con nuestra educación como corredores? ¿Ser corredores nos “excusa” de ser cochinos e irresponsables con el medio ambiente? “En serio somos unos cochinos, ¿cómo podemos tirar la basura en el piso de esta forma en vez de acercarnos a las bolsas de basura?” Incógnitas para las que aún no encuentro respuesta.
Llego ansiosa al kilómetro 24 (que creo que es sobre Av, Lázaro Cárdenas) porque en teoría empieza la bajada, de acuerdo a lo que dijo Rubén Romero. Pero la bajada nunca llega, o por lo menos yo nunca la percibo. Yo esperaba una bajada enorme, continua y larga, pero siguen apareciendo puentes a desnivel. Ya perdí la cuenta de cuántos van. Pfffff. Esto de seguirme encontrando subidas empieza a volverse incómodo físicamente, porque en las pequeñas bajadas es el único momento que no me duele la rodilla, el resto del tiempo, el dolor de rodilla es mucho más intenso.
Los empeines me duelen mucho más.
“Debí haber entrenado con estas agujetas. Las apreté demasiado y se me están entumiendo los pies, pero no me quiero parar”. Moraleja: entrena también con las agujetas elásticas si se las vas a cambiar a tus tenis.
Y las subidas siguen. Y empiezo a gritar “pinches subidas” cada vez que subo, porque no hay nada más que hacer que seguir, y mejor subir con un poco de humor y locura porque no hay nada más que hacer.
Me encuentro a Rous. O bueno, ella me encuentra a mi.
Viene corriendo a mi izquierda y me dice: ¿Addy, cómo vas? Yo: ¿bien y tu?
Rous: “estoy a punto que me de un calambre en la pantorrilla”
Yo: “pues baja un poco el ritmo”
Rous: “no, no le quiero bajar, porque si le bajo me da el calambre”
Rous sigue corriendo a su ritmo.
Conozco a Rous hace varios años. Es clienta de Planeta Maratón, y siempre compartimos experiencias. Conozco las historias de todos sus maratones. Y me parece una mujer super fuerte, super rápida, super voluntariosa. Le tengo mucha admiración porque es muy rápida. Carrera que corre, carrera en la que se sube a pódium. Y en estos últimos meses hemos tenido la dicha de compartir entrenamientos por primera vez. Corrimos varios fines de semana juntas. Pero yo siempre voy mas lento que ella.
“Wow. Estoy corriendo en el maratón de Monterrey atrás de Rous. Nunca imaginé que pudiera correr al ritmo de Rous”.
Encontrármela en la ruta del maratón me sorprendió muchísimo, porque nunca me creí capaz de correr a su ritmo. Claro, Rous no corrió este maratón a su mejor ritmo porque viene saliendo de lesión, pero aún asi, fue una gran sorpresa para mi venir corriendo detrás de ella.
Al paso de los kilómetros yo me iba quedando más atrás que Rous, pero está bien, ella viene corriendo a su ritmo, yo al mío. Y eso es importante recordarlo en una carrera, más en un maratón: cada uno venimos por nuestro propio objetivo, a nuestro propio ritmo.
Más o menos en el kilómetro 26 entramos a la Av. Calzada del Valle. Tiene el pavimento como “rallado”. Se ven unas líneas en el pavimento interminables, y si bien no se sienten al correr, visualmente me marean. Me resulta complicado correr por esta zona, tengo que mantener la mirada más arriba de lo habitual porque ver el piso con me marea con el efecto de las líneas en el pavimento. Es una zona arbolada, bonita, y lo agradezco para poder mirar hacia otro lado y no marearme.
Salimos de la Av. Calzada del Valle.
Damos vuelta a la derecha sobre Humberto Lobo y subimos el famoso “Puente Atirantado”, no me doy cuenta de la subida, pero si de la bajada. Kilómetro 30. Traigo un tiempo acumulado de 2:42:40. Los últimos 5kms, del 25 al 30 los corrí a un ritmo promedio de 5:11 por km. Claro, esto yo no lo sé en este momento, yo solo vengo corriendo lo mejor que puedo.
En el km 31, sobre Av. Morones Prieto, saludo a Axel, el esposo de Valeria, que gusto ver una cara conocida. Yo apliqué la Isabeliña con cada fotógrafo que me encontré en el camino, como pueden constatar 😉
Una chica que viene con muy buen ritmo me pregunta si traigo pastillas de sal, y yo con gusto le comparto una.
Trae de pacer a un chico que le da indicaciones, se toma la pastilla de sal y siguen a muy buen ritmo. Me habría encantado seguir su ritmo, pero me resulta imposible.
Yo no conozco las calles de Monterrey, en este post te las estoy escribiendo mientras voy revisando el mapa, y viendo el recorrido virtual. Pero recuerdo perfecto que en el trayecto sobre la que hoy se es Morones Prieto, una avenida larga enorme, la rodilla empieza a doler mucho. Alrededor del kilómetro 35 veo a una chica aplicando spray de cloruro de etilo, este spray frio que aplican a los futbolistas cuando tienen lesión, como para “entumir” la zona de dolor y le pido que me aplique sobre la rodilla izquierda, sobre todo en la parte interior, porque me está doliendo mucho. Y vuelvo a pedir que me apliquen spray dos veces más, en los kilómetros siguientes, porque duele muchísimo.
Pero no voy a parar. Sigo corriendo. Veo el reloj. Hago números. Adiós Boston. No hay forma en la que yo pueda apretar el paso. El reto será al menos no bajar demasiado el ritmo.
Entre el kilómetro 38 y 39 empiezo a ver corredores que vienen corriendo en sentido contrario, en algún momento de esta avenida (que sigue siendo Morones Prieto) daremos vuelta en U, no sé dónde, pero daremos vuelta en U. Pero el retorno no llega, y mentalmente esa parte me resulta realmente desgastante.
Kilómetro 40. Otra subida.
“YA NO QUIERO CORRER” Me duele la rodilla izquierda. Se me está cargando el cuádriceps derecho, si acelero me va a dar un calambre en el muslo. Y sigo sin saber dónde daremos vuelta en U.
Llegamos a lo que hoy se es la Planta de Cemex a dar la vuelta en U. Kilómetro 41. “Vamos, vamos, es lo último, no te pares” Veo a Luis Crespin caminando, y yo, como si fuera la más animada, lo animo a seguir. El empieza a correr nuevamente. Y yo solo me preocupo por no parar.
Kilómetro 42, una curva, y otra pinche subida. No por favor. Yo empiezo a llorar desconsoladamente. Lloro porque ya no quiero correr. Lloro porque hay otra subida. Lloro porque tengo 34 kilómetros corriendo con dolor. Lloro porque no califiqué a Boston. Lloro porque estoy a punto de llegar. Lloro porque aun cuando caminara en este punto, voy a hacer mi mejor tiempo en maratón, después de tantos intentos. Lloro porque lo logré. Lloro porque no me rendí. Lloro porque estoy terminando mi maratón número 6, con todo y la incertidumbre de saber si podría correrlo o no.
Gente a ambos lados del camino.
Todos en silencio, y yo llorando desconsoladamente. Se escuchan mis sollozos. Un hermoso señor del staff corre conmigo unos metros, y me dice: ¡ya llegaste, ya terminaste, vamos! Yo lloro aún más porque estos gestos de solidaridad me parecen impactantes. Gente que no te conoce te impulsa, te empuja, te motiva. Y yo no puedo dejar de llorar. No quiero dejar de llorar.
En mi mente todo ocurre en cámara lenta.
Y se me inunda el corazón de felicidad. De logro. De orgullo. De agradecimiento. Y por supuesto, sigo llorando.
Cruzo la meta, detengo el garmin. Flexiono mi torso hacia el frente para sujetarme de mis propios muslos porque no puedo dejar de llorar. Alguien me ofrece un powerade azul, y cuando levanto la mirada a ver quien me lo está ofreciendo, es Rous.
La abrazo y lloro aún más.
Lloro sin control. Las lágrimas solo necesitan salir. Necesito soltar toda esta emoción. Y Rous solo me abraza.
Gracias Rous, por ese hermoso e infinito abrazo. Gracias por contenerme, por compartir conmigo tanta emoción. Por sostenerme. El universo tiene una forma misteriosa de hacer las cosas, y agradezco infinitamente que hayas estado ahí en ese momento preciso. Muchas muchas gracias.
Mary que gusto poder abrazarte en la meta, espero correr mi próximo maratón tan bien como tu corriste Monterrey. Ale Cantú y Fer que también estaban por ahí gracias por lo abrazos y por darse el tiempo de vernos siempre que podemos, en verdad muchas gracias. Roberto Raul me encantó verte llegar y lograr el objetivo, gracias por el abrazo bonito y amoroso.
Esperé a que llegara Luis. Cuando él llegó yo ya estaba pletórica, así que disfruté mucho su llegada y nuestro recorrido hacia la zona de recuperación, que estaba bastante lejos, y que me costó muchísimo caminar hastsa ahi porque dolor en la rodilla.
Siempre he dicho que el cansancio físico te pone en un estado mental completamente distinto, y a nivel emocional abre una compuerta en la que no existen limitantes, no hay restricciones, la emoción solo fluye tal cual es.
Y tanta lagrima solo fue mi manera de cerrar este ciclo que tanto trabajo me costo. Me esforcé muchísimo físicamente en cada uno de mis entrenamientos. Estoy físicamente más fuerte que nunca. Pero a nivel mental también fue un desafío, porque reconocerte fuerte no es fácil. Es difícil vernos a nosotros mismos como seres capaces de evolucionar y avanzar hacia donde queremos. Es como si no nos creyéramos capaces, y de repente, pum! Sorpresa! Si soy capaz, ¡si puedo!
Aun después de estar parada dos semanas por tendinitis, logré terminar este maratón.
Gracias Guille por desafiarme, por sacarme de mi zona de confort, y enseñarme cómo descubrirme capaz de lograr cosas que no sabía que podía hacer. Gracias por ser tan amoroso conmigo en este recorrido, y por no dudar nunca de mi. Un gusto recorrer esta aventura con tu guía, tu apoyo y nuestros podcast =) Muchas, muchas gracias.
Jonathan, gracias a ti porque mucho de lo que logré hoy también es gracias a ti, a tu guía, a tu empuje, a tu enseñanza de tantos años.
Frank, un maratón más que logramos con todo y estas rodillas quejumbrosas. Gracias por cuidar de mi, por hacer siempre todo lo que está en tus manos para que yo pueda lograr mis retos deportivos. Gracias por no rendirte, por buscarle hasta encontrarle. Gracias por tu cercanía aún cuando estoy de viaje y me complico la vida mas de lo necesario, jejeje, pero si no, esto no sería divertido. Sabes que estos kilómetros no los habría logrado sin ti, gracias.
Lupix de mi corazón, gracias por cuidarme.
No solo a nivel físico sino emocional. Estos kilómetros logrados también son tuyos. Eres una parte bien importante de esta que soy hoy, y te lo agradezco con el corazón.
A mi hermosa comunidad de Planeta Maratón, mil gracias por acompañarme en los entrenamientos, por ayudarme en mis fondos, por desafiarme, por hacer que correr juntos sea divertido y gratificante. Gracias por inspirarme. Verlos fuertes, decididos, impetuosos me hace no querer rendirme y saber que puedo lograr más. Gracias infinitas Jona, Felipe, Isa, Erica, Pablish, Ramón, Ivette, Luis Angel, Paco, Jose, Beto, Adrian, Vale, Irma, Gaby, Arturo. Muchas muchas gracias.
Un gusto coincidir con todos los que tuve la dicha de abrazar previo a este maratón, ¡gracias!
Luisito de mi corazón: gracias por no soltar mi mano nunca. Gracias por hacerme ver lo fuerte que soy, lo preparada que estaba para este evento aun cuando yo misma dudaba de mi. Gracias por estar ahí para mi y hacerme sentir mejor con un abrazo. Sabes lo mucho que te amo, y estoy inmensamente orgullosa de ti. Correr un maratón a una semana de haber hecho un 70.3 parecía una locura, y aun asi hiciste tu mejor tiempo en maratón hasta hoy, lo cual solo pone de manifiesto lo fuerte y preparado que estabas. Muchas gracias por esta locura.
Gracias Addy, por no rendirte. Por intentarlo hasta lograrlo. Por reconocerte fuerte y capaz. Por dar lo mejor de ti en cada entrenamiento y por no temerle al esfuerzo. Lo hiciste maravillosamente bien nena. Lo hiciste maravillosamente bien.
Gracias papa Dios.
Gracias, gracias, gracias.
Y gracias a ti por leerme y por acompañarme a través de este post en esta aventura.
Un abrazo.
Addy.
Agregar un comentario