Entrena tu mente

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Hice el triatlón de Isla de Tris hace algunas semanas. Y aún cuando es mi 4to triatlón, estuve a punto de pedir que me sacaran del agua porque me dio miedo. Se me empañaron los gogles y no veía hacia dónde me dirigía mientras nadaba. Al principio pensé que podría seguir a las competidoras que venían delante de mi, pero pronto me sacaron mucha ventaja y yo no podía distinguir dónde estaba la boya. Me apaniqué.

Cuando por fin desempañé mis gogles y me los pude volver a poner, vi que la boya estaba muy lejos. Pensé en abandonar, estaba estresada por toda la maniobra de desempañar los gogles, estaba en la inmensidad del mar, y creía que era la última porque no veía a nadie nadando detrás de mi. Pero me concentré, me dije a mi misma que sí lo lograríamos, que era una distancia conocida, que había kayaks cerca de mi, y que teníamos que intentarlo, no habíamos entrenado tanto para salirnos. Y lo hice. Nadé y nadé tomando conciencia de mis brazadas, de mi respiración, hasta que llegué a la bandera que marcaba el fin del trayecto de nado.

Yo juraba que había nadado fatal, y que haría más tiempo que nunca. Curiosamente, bajé mi tiempo 2 minutos respecto al triatlón anterior.

En un mes corro mi 4to maratón. Y me muero de nervios. Cambié mi plan de entrenamiento y siento incertidumbre respecto al papel que haré en el maratón de Vancouver.

Entonces se que es momento de reforzar el entrenamiento de la cabeza.

Si bien es cierto que la preparación física para cualquier competencia es importante, la preparación mental impacta en un 70% el resultado que tendrás. Pero, ¿cómo haces esta preparación mental? He leído muchas cosas respecto a los “pensamientos ancla” es decir, cuando sientas que te “debilitas” piensas en cosas que te motiven, te entusiasmen, y te hagan seguir corriendo: tu familia, las personas a las que amas, la razón por la que corres, lo mucho que te has esforzado, etc. La verdad es que lo intente en el primer maratón, pero me pongo sentimental y lloro, entonces corro peor.

Básicamente yo hago estas cosas para «enfocar» mi mente:

  • Canto. Cantar me ayuda a quitarle tensión a la situación que estoy viviendo. Si estoy en un entrenamiento de distancia, en vez de enfocarme en lo que me falta, empiezo a cantar una canción que me guste mucho y me ponga de buenas, y visualizo que voy corriendo feliz, sin dolor, sin esfuerzo, con un súper tiempo. No se trata de cantar a todo pulmón porque el aire no me alcanza, es traer una canción en la cabeza para dejar de pensar por un momento en la situación complicada que tengo enfrente, y entonces poder darle perspectiva y visualizarme logrando el objetivo.  Cantar me distrae para entonces «ver» que lo que falta es menos difícil. En el triatlón de Cozumel cantar “Viento” mientras pedaleaba con todo el aire en contra y visualizar mi llegada a la zona de transición, hizo la diferencia para mi.
  • Hablo conmigo misma. Me echo porras, me animo. Me digo que si puedo, que para esto entrenamos, que ya falta poco, que lo estamos haciendo bien y que lo podemos hacer mejor. Que estamos a salvo, que vamos a empujar un poco más. Hablo en plural porque es como echarle porras a mi niña interior, ya se que puede sonar raro, pero es como sumar fuerzas. No le digan a mi psicóloga! Este diálogo interno es lo que me sacó del mar en Isla de Tris, y es sin duda lo que me hace dar el último sprint en cada carrera.
  • Conecto con mi cuerpo. Cuando corro, con frecuencia hago un “escaneo” mental de mi cuerpo: con qué parte del pie estoy pisando, qué tanto estoy elevando las rodillas, que tanto estoy jalando el talón hacia el glúteo, en qué posición está mi espalda: la estoy arqueando mucho? Estoy sacando mucho las pompas? Estoy trabajando el abdomen? Siento si estoy provocando mucha tensión en mis hombros y en mi cuello, la posición de mis brazos, y el ritmo de mi respiración. Esta conexión con mi cuerpo me permite estar ahí en ese momento, tomando conciencia de los ajustes que necesito hacer para no lastimarme y poder llegar hasta el final. Es la parte que más trabajo me ha costado, porque necesitas aprender a visualizarte y realmente sentir tu cuerpo, pero una vez que lo haces, se vuelve una herramienta valiosa monitorearte con frecuencia, porque te puedes dar cuenta si estás cayendo bien, o si por cansancio ya empezaste a «descomponer» la postura.
  • Visualizo. Me veo a mi misma en la situación que deseo. Me veo una y otra vez en la situación que sería «ideal» para mi. Me veo corriendo con una técnica muy cuidada, con una respiración acompasada, a un buen ritmo, sin demasiado esfuerzo. Me veo sonriendo, contenta, disfrutando. Veo también mi estrategia: en qué momento voy a cambiar el ritmo, en qué momento tengo que consumir geles. Me veo cruzando la meta en el tiempo que quiero correr. Visualizo todo lo que deseo que pase. Parece muy simple, pero visualizar todo lo que quieres que pase con un buen nivel de detalle, requiere mucho trabajo. Y me ayuda a mantenerme enfocada durante el entrenamiento y la carrera.
  • Evito los pensamientos negativos. A veces, es inevitable que la cabeza se vaya a esos pensamientos oscuros y dolorosos, particularmente ocurre cuando estás corriendo sol@ y tu estado de ánimo no es el más positivo. Sin embargo, los sentimientos negativos, de situaciones complicadas, tristes o dolorosas, no nos van a ayudar. De hecho, nos van a hundir. Y cambiará incluso nuestra postura al correr: correremos jorobados, con el pecho cerrado, mirando al piso. Entonces NO es una buena opción irnos a los pensamientos dolorosos y negativos a la hora de correr, porque todo se pondrá de color negro para nosotros, y por el contrario, queremos que todo sea brillante y positivo.
  • «Fracciono» el entrenamiento. Hay entrenamientos que me cuestan muchísimo trabajo, sobre todo en aquellos días en los que la motivación brilló por su ausencia y me costó mucho levantarme de la cama. En estos casos, cuando veo el entrenamiento y me tocan tiradas largas, es muy probable que me rinda antes de empezar. Por eso pienso: «Dale, vamos a correr primero 10 minutos». Una vez que estoy en el minuto 9 y veo mi reloj, pienso «otros 10 minutos». Y cuando me doy cuenta ya voy a la mitad del entrenamiento. Para ese entonces mi estado de ánimo ya va mejor, y me siento hasta animada para hacer la parte del entrenamiento que me falta.

Brinco de una cosa a la otra conforme lo necesito en los entrenamientos, para entonces tenerlo todo muy bien «ensayado» para el día de la competencia.  No podría correr todo el tiempo escaneando mi cuerpo, tampoco cantando.

Descubre qué pequeñas acciones/pensamientos te hacen sentir mejor durante los momentos difíciles en las competencias, cuando tu fuerza flaquea. Es importante entrenar esas actividades para que puedas recurrir a ellas y te funcionen como esperas. Si nunca las has hecho y las quieres hacer el día de tu competencia, puede que algo no salga bien, por ello es importante practicar a dónde llevas tus pensamientos mientras corres (nadas, o pedaleas) e identificar a dónde te llevan a ti esos pensamientos, física y emocionalmente.

Si algo no te funcionó bien, cambia de estrategia en el siguiente entrenamiento. Si algo que te funcionó repítelo hasta que logres ese estado mental que necesitas para competir con éxito.

Si lo crees lo creas. Genera en tu cabeza los pensamientos necesarios para que logres tus objetivos y alcances tus metas.

Entrena tu mente con la misma intensidad que entrenas tus músculos.

Si quieres ayuda para trabajar esta conexión con tu cuerpo, puedes leer el post Despertando la conciencia del cuerpo para empezar a trabajar en ella.

Y si crees que necesitas ayuda para entrenar tu mente, busca un psicólogo deportivo. Ellos te pueden ayudar con el manejo del estrés previo a las competencias, los pensamientos que nos llevan a auto sabotearnos, incrementar la confianza en nosotros mismos. Siempre es importante pedir ayuda si la necesitamos.

Un abrazo!!!

Addy.

 


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Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

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