Cuando estudiaba la universidad, mi universidad tenía un programa de radio universitario, que se transmitía por una radiodifusora comercial todos los sábados al medio día. Era un proyecto en el que dos estudiantes de la universidad eran los locutores, y se encargaban de todo el programa durante un semestre, para poder darle oportunidad de participar a otros estudiantes al semestre siguiente.
Yo no estudié comunicaciones.
Estudié Comercio Exterior. Pero amaba la idea de poder hacer radio, así que me armé de valor y participé en el casting.
Me quedé como una de las dos conductoras del programa de radio ese primer semestre, junto a Miriam Sánchez. Y me quedé a cargo del programa de radio de la universidad año y medio más.
Alfredo Perera, el maestro que me dio la oportunidad de entrar al casting, y quien me enseñó a hacer radio, me enseñó mucho más que solo hacer radio: me enseñó que los sueños si se hacen realidad. Yo no se si Alfredo sabía qué yo en lo más profundo de mi corazón tenía este anhelo de hacer radio, pero gracias a él ocurrió. Después de eso, me invitó a participar como productora de un programa de radio de otro locutor, en otra estación comercial, donde, un año después, tuve mi propio programa de radio.
Era un programa de música de los 80´s y 90´s en inglés, donde compartía información de lo que había pasado en el mundo en esos años, a la par de lo que ocurría en la escena musical: “Tiempo Zero”
El mundo completo se detenía cada vez que yo entraba a mi cabina de radio. Todo dejaba de existir de 9 a 11 de la noche. Éramos solo el micrófono, la música, don Miguel (mi operador) y yo. Y claro, los cientos de mensajes y de llamadas que recibía cada noche. Era increíble. Es una emoción que, si cierro los ojos, vuelve a estar presente.
Me apasionaba hacer radio.
No puedo explicar lo mucho que disfruté esa época de mi vida. Daba lo mejor de mi todos los días. Investigaba, aprendía, buscaba música, ensayaba. Y en la radiodifusora donde trabajé hice de todo: vender publicidad, hacer la programación musical de toda la radiodifusora, grabar comerciales, hacer campañas de marketing, entrevistar artistas, ir por Alejandra Guzmán al aeropuerto (que fue la primera vez en la vida que me quedé sin palabras: amaba a Alejandra Guzmán y me paralice), regalábamos boletos para conciertos, hice millones de controles remoto… y todos los días me sentía inmensamente feliz. Amaba hacer radio.
Siempre pensé, y aún pienso, que algún día regresaré a hacer radio. Tomé millones de cursos de locución, de doblaje, de producción radiofónica. De verdad hubo un tiempo que yo estaba segura que me iba a dedicar a hacer radio.
Pero la vida me llevó por un camino diferente.
Hice una maestría en Marketing en Madrid, regresé al DF a trabajar. El primer trabajo que encontré fue como ejecutiva de marketing en una financiera. Si bien me divertía muchísimo haciendo las campañas de marketing interno para los vendedores, odiaba embalar el material promocional que se tenía que enviar a las sucursales. No fue un trabajo que disfrutara, tal vez por eso no me quedé más tiempo. Me corrieron de una forma fea y cobarde, y me afectó muchísimo emocionalmente, porque no sabía que era lo que yo había hecho mal para que me corrieran, no entendía qué error había cometido, nadie me lo dijo. Con los años entendí que no cometí ningún error: no me corrieron porque hiciera algo mal, simplemente alguien más no quiso correr el riesgo de que yo hiciera todo muy bien, y era mejor deshacerse de mi antes de llamar más la atención.
Así, sin trabajo y con dudas sobre mi misma y mis capacidades, finalmente llegó otra oportunidad laboral, casi un año después. Estuve sin trabajo un año, año que dediqué a ir al gimnasio religiosamente todos los días. Hacer ejercicio era lo que me mantenía cuerda, lo que hacía que mi día iniciara de verdad. Y en esa época empecé a correr, pero esa es otra historia.
Un año después de mi último trabajo, empecé a trabajar como consultor de Change Management. What?.
¿Se acuerdan de las sesiones de orientación vocacional en la preparatoria? No me veo diciéndole a la psicóloga: “en 5 años quiero ser consultor de Change Management”. La verdad, odiaba ir a la orientadora vocacional. Nunca sentí que me ayudara a resolver nada. Odiaba las preguntas tipo: ¿en donde te ves en 5 años? ¿En donde te ves en 10 años?
Tal vez hay personas que siempre han tenido muy claro que quieren ser veterinarios, o doctores, pero nunca fue mi caso. Yo no sabía qué era lo que quería hacer de mi vida, no sabía a qué quería dedicarme, es más, no sabía ni qué estudiar en la universidad.
Y me causaba verdadero estrés que me preguntaran. ¿Qué te ves haciendo en 5 años? No tenía ni idea.
Pero la vida siempre encuentra cómo acomodar todo.
Entonces, empecé a trabajar como consultor. Un consultor es alguien externo a una organización a quien contratan para “poner orden” en algunas cosas que la misma empresa deja de ver. Y yo lo que hacía era ayudar a las organizaciones que vivían procesos de cambio a que su personal se adaptara a los cambios de una forma más agradable, aceptable, y sin tanto costo emocional para la gente.
Aprendí todo sobra las metodologías de Change Management que había en ese momento, aprendí de capacitación, porque claro, parte de adoptar el cambio implica que la gente sepa “funcionar” o trabajar con el nuevo cambio, entonces hice muchísimos cursos de capacitación sobre muchas cosas, seguía haciendo cosas de comunicación, solo que ahora era comunicación organizacional. Y me volví una gran consultora.
¿Qué fue lo que me hizo ser una gran consultora, sabiendo nada de consultoría? Disfrutaba enormemente hacer consultoría. Disfrutaba ayudar a las personas y a las organizaciones, amaba ver como mis acciones influían en las personas y en las organizaciones. Amaba lo que hacía. Si, otra vez me enamoré de lo que me tocaba hacer en esa época de mi vida. Y lo hacía brutalmente bien. Trabajé en proyectos interesantísimos, aprendí de procesos, de guarderías, de bancos, de cultura organizacional, de psicología, de capacitación.
Mi último trabajo antes de Planeta Maratón fue como consultora de Change Management en un proyecto con Scotiabank.
Tuve un “receso” de la consultoría un par de años antes de este último proyecto cuando Jessica Bahena me invitó a trabajar en cultura organizacional y una cosa llevó a la otra y terminé trabajando en Recursos Humanos: altas, bajas, contrataciones, despidos. Amé hacer cultura organizacional. Y amé el reto que representó para mi hacer RH.
Viendo las cosas hoy en perspectiva, mis trabajos siempre me han dado dos grandes cosas: Libertad creativa, me gusta crear, hacer, inventar cosas, y soy buena haciéndolo. Mil gracias a todos mis líderes que identificaron eso en mi, porque su confianza en mi manera de hacer las cosas me hizo disfrutar el proceso enormemente, y sin duda me hizo dar lo mejor de mi. Cris Gómez, Estebanito, Jess, Gerardo y Mario, Miguelito Cantón en la radio, mil gracias por la guía, el empuje, pero sobre todo por la confianza de dejarme hacer.
Y la segunda cosa que me han dado mis trabajos fue el reto de aprender cosas nuevas constantemente. Cosas de mi área de especialidad o no, cosas totalmente distintas, cosas que no imaginaba que aprendería. Me gusta aprender, mi naturaleza es curiosa, inquieta, y además, aprendo rápido. Asi que aprender ha sido un ingrediente importante para enamorarme de lo que hago.
Finalmente, llega a mi vida laboral la locura de abrir Planeta Maratón. Y nuevamente tiene estos dos ingredientes principales: libertad creativa donde puedo hacer tanto como yo decida, y donde todos los días tengo millones de cosas que aprender: de hidratación, de geles, de nutrición deportiva, de rendimiento, de lesiones, de tecnología en las media suelas de los tenis, de placas de carbono.
¿Imaginé que un día iba a tener una tienda especializada en running? No.
No habría podido decirle a la orientadora vocacional: en 10 años voy a abrir mi propia tienda para corredores. Porque no tenía ni idea de que eso es lo que quería hacer. Empecé a correr a los 29 años, así que el deporte no formaba parte de mi vida. No podía imaginar que viviría de algo relacionado al deporte.
Justamente por eso escribo este post.
Para compartir contigo que no hay nada escrito. Que tu vida va por el camino que tu decidas que vaya. Que tú vas construyendo tu vida con las decisiones que tomas. O con las decisiones que dejas de tomar. No es fácil, sin duda. A veces el camino se pone muy fangoso, como te comparto en este post.
Pero asegúrate que esas decisiones que tomes te lleven a hacer algo que ames. Algo que ames con locura.
Y tal vez al principio no sepas que lo amas, o que lo vas a amar. Pero si puedes saber cuando estas haciendo algo que NO AMAS, o que no te emociona, o que no te hace crecer. Entonces el camino no es por ahí.
Como puedes ver en mi historia, yo no podía saber que me gustaba hacer consultoría, no tenía ni idea de qué era la consultoría, pero, primero, estuve dispuesta a probar esto nuevo de hacer consultoría, y luego encontré algo en la consultoría que me engancho, y me hizo enamorarme de ella.
No importa si lo que haces es ventas, o cocina, o arquitectura. Asegúrate de amar eso que haces.
Haz lo que amas. Y te aseguro que todo será muchisisisisisimo más disfrutable.
Un abrazo, y gracias por leerme!
Addy
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