Mi papá

509

Muchas veces, cuando miro hacia atrás y recuerdo mi infancia, me lleno de nostalgia. No tuve una pre adolescencia-adolescencia fácil.  Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 3 años. Mi madre tenía una pareja nueva con la que yo no tenía una buena relación, mi padre también se había vuelto a casar y no era fácil lidiar con todo eso.

Mi niñez fue bastante más feliz, amorosa y colorida gracias a la presencia de mi abuela, pero cuando nos fuimos a vivir con la pareja de mi madre, las cosas se volvieron muy difíciles para mí.

 

Me sentía sola la mayor parte del tiempo. Me habían cambiado de escuela. Y no tenía una dinámica familiar deseable para alguien de 12 años. Llegamos a un punto en el que la pareja de mi mamá, y yo no nos hablábamos. Nos sentábamos a comer en la misma mesa todos los días, y no nos dirigíamos la palabra. Así fue por más de 5 años. Por su puesto, yo resultaba ignorada y “borrada” de las conversaciones que se llevaban en la mesa. Cuando nacieron mis hermanas, hijas de mi mamá, era más llevadero, pero nunca fue sencillo.

 

Durante esos años, mi papá venía por mi cada 15 días, y me iba con él y su familia el fin de semana.

Tampoco era sencillo. Tengo recuerdos en los que me siento como la espectadora de diferentes situaciones, pero no me veo a mi misma como un participante activo, y aún me cuesta trabajo conectar con lo que sentía en una situación u otra.

Hace pocas semanas, tuve una “crisis” en la que por alguna razón entré en contacto con esta época tan difícil de mi vida. Entre tanto llanto de repente, como un flashazo, recordé situaciones aleatorias con mi papá. Por ejemplo, en la recámara de mi hermana, hija de mi papá, había dos camas, y una era para mí. En la casa de la familia de la esposa de mi papá, todos sabían quién era yo. Siempre me incluían en las fiestas y festejos. Siempre fueron amables conmigo. Nunca fui ajena.

Mis hermanos siempre me hicieron sentir muy querida.

Siempre le pedían a papá Dios por mi, lo tengo muy presente. Tengo recuerdos lindos viendo alguna película en la televisión en la recámara de mi papá o escuchando música en la sala con mi papá, que siempre se ponía a cantar mientras nosotros lo mirábamos embelesados. Y, aunque sigo descubriendo mis sentimientos de ese entonces, se que no me sentía sola, y sonrío al traer a mi mente aquellos recuerdos.

 

En esta crisis de hace unas semanas, entendí que mi papá, a su manera, siempre intentó que yo formara parte de su familia.

Nunca lo había visto. Nunca me había dado cuenta de sus esfuerzos, de sus acciones, de sus detalles.

 

Tengo muchos años con sentimiento de soledad y de no ser “importante” en la vida de mis padres. Tengo muchos años sintiendo que a mi papá nunca le importó que yo formara parte de su vida, y de repente, sin él siquiera saberlo, se levantó esta bruma que me dejó ver que mi papá se esforzaba porque yo formara parte de su vida. Se esforzaba porque yo tuviera un lugar en su casa, en su familia.

No se imaginan qué sacudida. Me quedé muda. Observando desde otro espectador todos esos sucesos, todos esos años. Fue abrumador.

Y pues claro, le llamé a mi papá.

Le conté de mi crisis, lo puse en contexto de lo que me estaba pasando, porque generalmente cuando hablamos de mi infancia siempre hay reclamos y gritos de mi parte, porque me sigue doliendo mucho, y no quería que él se pusiera a la defensiva.

 

Porque yo quería compartirle este descubrimiento tan importante para mi.  Esta vez la conversación fue completamente diferente. Esta vez le hablé para decirle que por primera vez en mi vida me había dado cuenta de lo que él había intentado hacer por mi durante tantos años: siempre intentó que yo formara parte de su vida de alguna manera.

Yo no podía parar de llorar.

 

Porque por primera vez en mi vida me di cuenta de que todo eso que yo había creído durante tantos años, no era verdad. Eso de que a mi papá no le había importado que yo formara parte de su vida, no era cierto. Y me di cuenta, no por algo que dijera mi papá, sino por recuerdos que estaban ahí almacenados en mi cabeza, pero a los que no les había puesto suficiente atención, o que había interpretado de otra manera, o que no había visto porque siempre pensaba en mi emoción de soledad, y eso cubría todo, incluso las buenas acciones de los que estaban a mi alrededor.

Mi padre, finalmente con la voz quebrada me dijo: yo te pedí que te vinieras a vivir conmigo, pero nunca quisiste.

Qué irónico, ¿no? Una parte de mi corazón siempre anheló tener la oportunidad de vivir con mi papá. No puedo explicar cuánto quería vivir con mi papá. Cuánto quería que fuéramos él y yo. Mi amor por mi papá siempre ha sido muy especial, muy luminoso. Está arraigado en una parte muy muy profunda de mi corazón, muy primitiva. Es este amor que solo tienes, sin cuestionarlo, sin entenderlo, sabes que está ahí. Y te llena, y te hace feliz, y te hace sentir segura de alguna manera. Como el dique al que te aferras en la tormenta, así ha sido siempre el amor por mi papá.

Claro, en las circunstancias que teníamos en ese momento, no seríamos sólo él y yo, porque ahora tenía dos hermanos y las cosas eran distintas. Pero yo no recordaba que él me había pedido que me quedara a vivir con él. Y como no lo recordaba, asumí que nunca sucedió. Que nunca existió ni siquiera la posibilidad. Y que a él no le había importado tenerme cerca nunca.

 

Y nada estuvo más lejos de la verdad.

Me di cuenta 30 años después.

Fue algo que me desarmó. Que me caló muy profundo. Pero que también me reconfortó.

Mi niña pequeña, de 10-12-14 años se sintió amada. Se rompió mi paradigma. Y me sentí, me siento, sola.

Eso genera una revolución enorme en todo mi sentir, en todo mi ser. Me hace sentir feliz. Me hace sentir amada. Me hace sentir valiosa. Me hace pensar: si le importaba. Si le importaba.

Las semanas posteriores a la crisis aun están llenas de descubrimientos, porque observo mi historia con otros ojos, veo las cosas con un significado distinto, y ahora encuentro amor en muchos momentos, ahora veo cómo mi papá, a su manera, siempre ha hecho cosas por tenerme cerca. Y me hace muy feliz.

Gracias pa, por amarme. Por querer hacerme parte de tu vida. Por darme no una familia, sino muchas. Gracias por hacer feliz a mi niña interior, por hacerla más fuerte, por curarle las heridas. No sabes lo que significa para mí.

 

Y gracias por hablar de esto conmigo. Por abrir tu corazón, y ser paciente, amoroso y amable conmigo. Por entender sin enfadarte, sin cuestionar. Y por amarme con todo y todo. Agradezco infinitamente la oportunidad de tenerte aquí para compartirte mi sentir, y vivir contigo la revolución que este descubrimiento tiene en mi ser. Qué afortunada soy.

 

Que afortunada soy por tener este descubrimiento importante en mi vida, por permitirme vivirlo, sentirlo, transitarlo, y compartirlo con mi padre. Que afortunada soy de poder resolver algo tan importante para mi niña interior, como el saberse amada.

Siempre he creído que resolver temas con nuestros padres, no tiene nada que ver con ellos, pero si tiene todo que ver con nosotros mismos. Resolver temas con nuestros padres nos permite sanar, que las heridas se curen y dejen de doler, nos permite avanzar, crecer, y mirar la vida desde otro espectador. Vuelvo a decirlo, resolver temas con nuestros padres, en realidad no tiene nada que ver con ellos. Ellos seguirán su vida igual que siempre, pero para nosotros mismos, hace una gran diferencia. Nos hace ir por la vida más ligeros, más felices, más amados.

Así que resuelvan lo que tengan pendiente. Por ustedes. No por sus padres.

Y si después de lo resuelto, tienen esta enorme necesidad de hablar con su padre, y tienen la oportunidad, háganlo. Les llenará el corazón hasta el tope, se los prometo.

Gracias por leerme y por llorar conmigo.

Los abrazo.

Te amo pa. Gracias por ser mi papá. Y por estar aquí, cerquita mío y agarrarme cuando estoy por romperme.

Addy.


Agregar un comentario



Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

Mi papá - bienmecuido.com