Correr tras un PR (personal record)

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Objetivo: Hacer menos de 3:57 en el Maratón de Vancouver.

Fue un reto difícil de elegir porque mi vida ha estado llena de cambios en los últimos meses: cambio de ciudad, cambio de actividad laboral, cambio de clima, cambio del equipo con el que  entreno, porque el equipo anterior aunque vigente, se quedó en DF… Pero la teoría dice que soy experta en cambio organizacional y evolución cultural, así que algo tenía que aplicar para mí misma, y tener un objetivo deportivo así de concreto ayudaría a darle forma a muchas otras cosas en mi día a día.

Con poco más de 8 semanas para entrenar, el objetivo estaba planteado.  Nunca paro por completo los entrenamientos, entonces aun cuando el tiempo de preparación puede parecer poco, estuve entrenando para un triatlón en distancia sprint para marzo. Todo marzo y todo abril sería tiempo suficiente para estar lista para Vancouver.

Primer error: Poco tiempo de preparación.

El cambio de altura de la ciudad donde vivo ahora me ha hecho traer más aire y por lo tanto aguanto un mejor ritmo en las carreras.  Estuve entrenando intervalos de velocidad todas las semanas con Mike, y trabajé duro. No hubo una sesión en la que Miguel no me exigiera más, gracias por eso Mike!  Me sentí con un ritmo muy bueno, mejor que el que traía hace varios meses. Eso me dio mucha confianza en que podría reducir “tranquilamente” el tiempo en Vancouver: “traigo buen paso, seguro hago menos tiempo en Vancouver”.

Segundo error: Sentirme muy confiada.

Nunca me consiento en los entrenamientos, soy bastante exigente conmigo misma. Trabajé gimnasio, bicicleta, natación, velocidad, distancia, flexibilidad. Ya había aprendido de maratones anteriores que me duelen las ingles y la espalda baja si no trabajo core y psoas iliaco, y esta vez ni dolor de ingles ni de espalda baja se hicieron presentes.

Bueno, un acierto! Hice una mezcla adecuada de entrenamiento que me permitió trabajar no solo los músculos de las piernas, sino el centro estabilizador de mi cuerpo: cadera, espalda, abdomen.

Me preocupé mucho por tener una recuperación adecuada después de cada entrenamiento, sobre todo si eran entrenamientos intensos. Alimentación, hidratación, estiramientos, suplementos (antioxidantes, jengibre, maca, chía, magnesio y todo lo que he leído que ayuda a recuperar) buen descanso. Es el único cuerpo que voy a tener, y me preocupo por cuidarlo. Acierto 2: Recuperación adecuada.

A una semana de Vancouver, los nervios se empezaron a hacer presentes. ¿De verdad lo voy a lograr? ¿De verdad estoy lista para alcanzar el record que yo misma me propuse? De hecho, ahora que lo recuerdo bien, estaba nerviosa desde antes! Cuando escribí el post de “Entrena tu mente” ya estaba nerviosa!!

Qué ironía que semanas antes me sintiera tan segura con mi “buen paso” y ahora estuviera dudando de mi capacidad! Error 3: no controlar la cabeza lo suficiente, y no sentirme segura de lo que había trabajado.

El día que estaba haciendo maleta, leí a una corredora que publicó su experiencia en el maratón de Paris, y hablaba de lo que hacemos para “autosabotearnos” cuando vamos a hacer un maratón. Comprobé a través de su experiencia, que llevarme mi proteína, mis dátiles, la chía, el suero de hidratación, los suplementos, tener en mente comprar agua de coco, preparar electrolitos, etc., no era un error ni una exageración mía, y que más vale prevenir cuando viajas a una competencia. Acierto 3: cuidar hasta el último momento la alimentación y la hidratación.

Vancouver es el primer maratón que corro fuera del DF. Viajar para correr es distinto a hacer turismo “tradicional” porque no puedes patear la ciudad entera caminando, tienes que cuidar tus pies y tu fuerza física. Tampoco puedes probar toda la comida típica que te gustaría, o no podrás correr por el malestar estomacal. Ni hablemos de tomar vinos o desvelarse, porque te deshidratas y estarías cansado. Puede parecer exagerado nuevamente, pero todos estos detallitos hacen que llegues en mejor estado físico y mental a tu maratón, o no. Al principio creí que era demasiado exagerado, pero al final de cuentas era la forma en la que me sentía cómoda viviendo este maratón.  Acierto 4: ser un corredor responsable con mi cuerpo aun estando de viaje.

La ciudad es muy bonita. Muy verde. Con montañas nevadas como hermosos vigías que cuidan desde la distancia. El clima estaba frío, comparados con los 35-40 grados a los que vivo últimamente. Me dio temor el frío, pero también tuve opción de outfit para frío o para no frío, y corrí con leggins en vez de con pantalones cortos (shorts). Acierto 5: tener la ropa lista en caso de variación en la temperatura.

Y llegó el día. Domingo 1 de mayo. 7:15 de la mañana y estábamos en Queen´s Elizabeth Park listos para el disparo de salida, programado para las 8:30 a.m. Manzana, dátiles, un poco de agua, todas las idas al baño posibles, calentamiento, garmin. Y listos en el corral negro para el arranque.

Corrí los primeros kilómetros a un mejor tiempo que lo programado, porque como sabes, la gente te jala, sobre todo cuando hay una bajada enorme. Cuando ví que venía a 5:05 sabía que tenía que bajar el ritmo: “no te aloques o te vas a tronar”. Es un maratón distinto al CDMX porque corres dentro de los parques, que son enooooormes. Gran parte del recorrido las montañas nevadas están a tu izquierda, siempre pendientes de tu ritmo. El clima, que al principio me dio temor fuera demasiado frío, fue perfecto.  Subida enorme del kilómetro 9 al 10.5. Los corredores de mi bloque traían muy buen ritmo y me era difícil aguantarles el paso. Mi cabeza seguía pensando: “es un maratón, resistencia, no velocidad”. Y cuando veía el garmin, venía 5-10 segundos por abajo del paso que habíamos programado en la estrategia con Arturo, entonces, bien, pero no abuses.

Corrí con audífonos del kilómetro 13 al 28, muy concentrada en mi paso. Autistear con los audífonos me hace “aislarme” un momento de todo lo que está pasando, es mi momento conmigo, mi momento para escanearme y ser más consciente de cómo estoy, cómo me siento. El resto del trayecto, no fue necesario traer música. La gente animando y los increíbles paisajes son toda la música que necesitas. Subida en el km 29!! Y no me fijé, pero bajé el paso más de lo debido (claro, lo supe cuando revisé mis estadísticas). Error 4: concentrate! No pierdas de vista el objetivo ni un kilómetro!

A partir del km 33, que es de los kilómetros que ya corres a orilla de la playa nuevamente con las montañas como guardianes, muchos corredores empezaron a caminar, o paraban. Supongo que el dolor, el cansancio o los calambres no los dejaban seguir. Es terrible verlos porque sé que no puedo hacer nada por ellos, pero estoy sintiendo lo mismo que ellos! Cómo puedes parar cuando has llegado hasta aquí? Pero así es, el cuerpo ya no te da. Y no hay cómo continuar.

Vi el garmin. Tenía que apretar el paso. No bajes, no bajes. Dolor en los muslos, pero soportable.

Kilómetro 36. A mi madre la veo en el km 36, y le mande mensaje de voz porque para mí ahí estaba. Llorar y correr no es posible, aunque seas multitask!!! Así que corre!! Cuando acabes, lloras.

Seguía viendo corredores detenerse y me sentí muy orgullosa de mi, porque ni remotamente iba a suceder eso. Mi cuerpo aguantaría hasta el final. Es algo que sabes, que sientes. Una última subida antes del kilómetro 40! Quien diseña la ruta acaso es corredor? Dos kilómetros más! Error 5: no haber analizado mejor la altimetría de la ruta, está mortal!

Cruce la meta llorando: el reloj marcaba 3:58. Record personal no alcanzado. Y lloré y lloré y lloré. Es una emoción complicada. Terminaste un maratón! En menos de cuatro horas! Felicidades! Muy bien! Peeero, no en el tiempo que querías hacerlo!  Y no es que te sientas fracasado, porque para nada tienes esa sensación después de correr un maratón, solamente te hace preguntarte qué te faltó hacer, qué no hiciste bien, o qué pudiste haber hecho mejor para alcanzar tu record personal.

Y me quedé en la meta esperando a Luis, que si alcanzó  su record personal, y llegó radiante de felicidad. Tuve oportunidad de ver como había corredores que literalmente se desplomaban al cruzar la meta, porque el cuerpo no les daba más. Hubo uno que tuvo que cruzar la meta casi cargado por los voluntarios porque las piernas dejaron de responderle medio metro antes de cruzar, hubo quienes tan solo cruzar fueron auxiliados por silla de ruedas, quienes llegaron preocupados por tomarse la selfie, quienes están cayendo pero TIENEN que parar el garmin… tenemos tantos rituales tan distintos!

Hacer un maratón te cambia. Eres más fuerte pero más sensible: abierto a maravillarte de las posibilidades infinitas que te regala la vida. Eres más agradecido, con Dios o la energía en la que creas, con tu cuerpo, con los que te apoyan y los que te retan, con los que no creen en ti, y los que están siempre contigo. Eres más exigente: quieres más y mejor. Eres más aventurero: a dónde vamos ahora?.  Eres más humilde: trabaja en hacerlo mejor todos los días. Día que no trabajas en ser mejor, día perdido y no recuperable. Y no me refiero solo a correr, me refiero a vivir. Eres más autocrítico porque tratas de aprender de lo vivido y no solo castigarte por los errores cometidos.

Me ha costado muchos días sentarme a escribir esta experiencia porque aunque increíble y llena de aprendizajes, es dolorosa porque no logré mi objetivo. No sé no poder. No terminé 100% satisfecha y sonriente. Pero como dice mi buen amigo Rodrigo Verón: el deporte siempre da revancha. Así que a buscarla!

Que mi experiencia te sirva para no cometer los mismos errores y alcanzar tu record personal! Te identificas con algo? Cuéntame! Me gustará saber tu historia.

Addy.


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Corredora, yogui, triatleta y ahora blogger de bienestar. Experta en Cambio Organizacional. Mercadóloga de profesión, deportista de corazón. Comparto lo que he aprendido en este camino del deporte y la vida sana por si a ti también te sirve.

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